Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano.Mateo 8:8.
Lectura: Mateo
8:5-13. Versículo del día: Mateo 8:8.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Hasta dónde llegó la
fe del centurión! Entendió perfectamente
quien le hablaba y creyó firmemente en su palabra hasta el punto de reconocer
la grandeza de Dios al lado de lo que él era. Este pasaje me recuerda la
parábola del hijo pródigo quien también le dice a su padre: No merezco que me
llames tu hijo” (Lucas 15:21), y es que cuando razonamos quién es en verdad
Dios, nos sentimos y vemos tan pecadores que nos parece imposible que Él voltee
con tanto amor y misericordia sus ojos hacia nosotros. No somos dignos de tanto
amor. Y no fue solamente la sanidad física del siervo del centurión; el mismo centurión
estaba recibiendo alimento espiritual al aumentar su fe: “Luego Jesús le dijo
al centurión: —¡Ve! Todo se hará tal como creíste” (v. 13).
Varias cosas para
meditar: el amor de Dios no hace acepción de personas, es ilimitado. El
centurión no era judío, era gentil y al servicio del imperio romano que tenía
subyugado al pueblo judío, y el siervo un esclavo que poco o nada era valorado
en esos tiempos. El Señor los tuvo en cuenta y también para ellos fue su
compasión. Y en mi concepto, muy importante la humidad del centurión al concebir
la autoridad y soberanía de Jesús. Reconozcamos quién es en verdad Jesús de
Nazaret.
Amado Señor: Te pedimos
perdón porque aun conociendo tu Palabra y decirnos cristianos, muchas veces
somos indiferentes ante el dolor ajeno. Otras tantas, pasamos por alto tu poder
y majestuosidad olvidando quien eres. Permite que nuestra fe crezca más allá de
lo natural, para ver con ojos sobrenaturales lo que Tú haces como Rey de reyes
y Señor de señores que eres. Gracias por haber fijado también tus ojos en
nosotros sin tampoco merecerlo.
Un abrazo y
bendiciones.
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