Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.Génesis 4:8.
Lectura: Génesis
4:1-16. Versículo del día: Génesis 4:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Caín mató a Abel, solo
por envidia. Le quedó difícil aceptar que el Señor mirara con más agrado las
ofrendas que Abel le ofrecía (vv. 3-5). Por lo visto, Caín era un tipo de
hombre mediocre; no hacía las cosas tan bien como Abel. Abel se esmeraba no
sólo por su trabajo sino por presentar al Señor lo mejor. Personalmente
considero que lo hacía con corazón sincero, mientras Caín obraba porque le
tocaba. Esta era la diferencia; pues mientras uno actuaba con humildad, el otro
era orgulloso, celoso y conflictivo. Dios que conoce los corazones miraba con
agrado a Abel, mas no así a Caín.
Creo que el espíritu de
Caín predomina en la mayoría de personas, quienes no pueden aceptar que sean
otros los que triunfen y no ellos. Vemos bastantes espejos en la sociedad tanto
en las áreas políticas como familiares y de trabajo o estudio. La envidia es la
reina de la ineficacia; mora en los mediocres. Por eso es mejor despertarla que
sentirla. “La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre
espiritual” (Miguel de Unamuno). Lo triste es saber que dentro del ámbito
cristiano que se supone se busca a Dios y se alimenta de su Palabra, exista
también mucha envidia. Tal vez, hay quienes muestran religiosidad en vez de
verdadera piedad; “Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su
lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada” (Santiago
1:26).
Permitamos que el Señor
Jesús entre en los corazones de manera total; que pueda con su amor eliminar
completamente los sentimientos de envidia que acechan devorando a las personas.
Amado Señor: Gracias
porque te conocemos y con tu Santo Espíritu entendemos tu Palabra que es
verdad. Te pedimos que nos enseñes a vivir por el Espíritu y no seguir los
deseos de la naturaleza pecaminosa que nos lleva a sentir celos, envidias,
disensiones y rivalidades aún entre los mismos hermanos. Toma cada área de
nuestras vidas y sé tú mismo sacando todo lo que todavía queda malévolo en
ellas. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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