Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.Génesis 3:3.
Lectura: Génesis 3:1-24. Versículo del día: Génesis 3:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Definitivamente una
orden es una orden. Con razón, a la humanidad caída le queda tan difícil dos
cosas primordiales: obedecer y hablar con la verdad. Por lo general si se
pregunta por qué desobedeció la orden, casi siempre va acompañada de una
mentira. Y es que no nos engañemos; en cada excusa emitida sale a relucir la
mentira, así sea camuflada con peros o culpas a otros. Simplemente es
desobediencia por un lado y falsedad por el otro. “¿Qué le agrada más al Señor: que se le
ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El
obedecer vale más que el sacrificio, el
prestar atención, más que la grasa de carneros” (1 Samuel 15:22). Esto me hace
pensar que Dios pone el obedecer en el mismo plano del prestar atención. La obediencia trae consigo grandes bendiciones
y la desobediencia maldiciones (Deuteronomio 28). Tan así será, que por la desobediencia de Adán y Eva todos
nacemos separados de Dios. Pero gracias a Dios también porque por la
desobediencia, Él prometió un Salvador que es Cristo el Señor.
Por otro lado tenemos
la mentira. Dios condena fuertemente al mentiroso, porque la mentira para Él no
solamente es pecado sino abominación (Proverbios 6:19); Dios detesta la
mentira. Satanás es el padre de la mentira (Juan 8:44), y si somos hijos de
Dios (Juan 1:12), deberíamos rechazarla completamente porque Dios es veraz y en
Él no hay engaño alguno, lo que dijo así es (Números 23:19). Y los mentirosos, no heredarán
el reino de los cielos (1 Corintios 6:9-10); “Dejen de mentirse unos a otros,
ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se
han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a
imagen de su Creador” (Colosenses 3:9-10).
Somos
personas nuevas en Cristo Jesús, entonces practiquemos ante todo la obediencia;
porque si obedecemos, también se dejará de mentir ya que es un mandato dado
directamente por Dios a Moisés en las tablas de la ley. Acostumbrémonos a la verdad diciendo sí o no,
como nos lo enseñó el mismo Señor (Mateo 5:37).
Amado
Señor: Sabemos que la naturaleza pecaminosa arraigada desde un comienzo en
nuestro ser, nos hace desobedecer y mentir. Te pedimos que nos enseñes a ser
disciplinados con tus mandatos y apartemos completamente la desobediencia y la
mentira de nuestro corazón. Gracias Señor porque podrá parecernos difícil pero
Tú puedes poner tanto el querer como el hacer en cada uno de los que nos llamamos
tus hijos.
Un abrazo y
bendiciones.
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