viernes, 31 de enero de 2014

El camino está cimentado en su voluntad



Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: «Éste es el camino; síguelo».  
 Isaías: 30:21.

Lectura: Mateo 30:15-26.   Versículo del día: Mateo 30:21.

MEDITACIÓN DIARIA

Por más tumbos que demos de aquí para allá o de allá para acá, Dios permitirá que volvamos hacia Él porque nos lo hará saber cuando estemos errados.  Si somos cristianos tendremos al Espíritu Santo de nuestra parte y si tú amable lector, no lo eres, el hecho de estar leyendo este devocional, es por sí solo una muestra del amor y la compasión de Dios por ti: “Bueno y justo es el Señor; por eso les muestra a los pecadores el camino” (Salmo 25:8).
No es cierto el refrán que dice: “Todos los caminos conducen a Roma”; no, si se refiere a que todos llevan a Dios, porque así no es: “—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6).  Esto no es un cuento, es Palabra de Dios y es la verdad.  No hay ningún otro intercesor sino solamente Jesucristo.  Él es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5).  Él es el verdadero y único camino que tenemos para llegar a Dios Padre.
Después de conocer al Señor y para querer seguir su camino, tenemos que someternos a su santa voluntad; doblegar nuestro ego y colocarlo en el centro de nuestra vida.  Por eso es que debemos alimentarnos con su Palabra y estar en completa armonía con Él.  Hay tres claves principales para no salirnos del sendero y aprender a hacer su voluntad; el apóstol Pablo nos las recuerda: “Estén siempre alegres,  oren sin cesar,  den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18); notemos las tres cosas: alegría, oración y acción de gracias.  Si las practicamos, iremos aprendiendo su voluntad y seguiremos correctamente por el camino trazado.

Amado Señor: Permítenos vivir cada día confiando en ti.  Te agradecemos el haberte conocido y ahora saber que en cada suspiro estás presente.  Queremos seguirte sin desviarnos a izquierda ni a derecha y aprender a hacer tu voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 30 de enero de 2014

Si quieres puedes limpiarnos



Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme.  
 Marcos 1:40.


Lectura: Marcos 1:40-45.  Versículo del día: Marcos 1:40.

MEDITACIÓN DIARIA

Recorriendo Galilea el Señor se encontró con un hombre enfermo, desechado por la sociedad de entonces a causa de su mal.  La lepra los discriminaba, los apartaba de cualquier acto. Es de por sí una enfermedad que estigmatiza; socialmente margina a la persona que la padece y en esos tiempos era sinónimo de pecado, de impureza.  Me imagino a este hombre acercarse a Jesús atemorizado y sin saber si lo aceptaba o rechazaba.  ¿Cómo sería su dolor y amargura si sus palabras solo demuestran incertidumbre y desolación?  Solo se atrevió a decir: “Si quieres”, como dándole al Señor el respeto merecido y entendiendo su poderío.  La compasión del Maestro no se hace esperar, su respuesta fue: “—Sí quiero. ¡Queda limpio!” (v. 41).
No importa qué enfermedad se tenga; si se está mal del cuerpo, del alma o si las llagas son espirituales.  El Señor Jesús vino fue precisamente a eso: a sanar enfermos; a limpiar cualquier clase de lepra que padezcamos. Él lo único que quiere que brote de nuestros labios son palabras de humildad y que reconozcamos que somos débiles, que no podemos con nuestras cargas.
Es el momento de suplicarle al Señor igual que el leproso: “—Si quieres, puedes limpiarme”.

Amado Señor: Hoy nos presentamos ante ti cargados, apesadumbrados, sucios e impuros  y derrotados ante el mundo, pero sabemos que tú eres el Santo Hijo de Dios lleno de poder, gloria y compasión, y humildemente te decimos que si quieres, si es tu voluntad puedes limpiarnos.  Reconocemos que para ti no existen imposibles y queremos descansar en tus brazos mi Señor. Gracias porque no te somos indiferentes y escuchas nuestra oración.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 29 de enero de 2014

Enseñándonos a hacer discípulos




Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.  
 Mateo 28:19-20.


Lectura: Mateo 28:1-20.  Versículos del día: Mateo 28:19-20.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor muere y resucita al tercer día.  Se le aparece primero a las mujeres que fueron a visitarlo en su tumba y les dice que vayan y cuenten a sus hermanos lo que han visto (vv. 1-10).
Sus discípulos se dirigen a Galilea, al monte indicado, y allí el Señor les instruye sobre lo que tienen que hacer. Les da una orden: “vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.  ¿Cómo tienen que ejecutarla? Hay que ir: “vayan”; hay que buscarlos, insistirles y después formarlos: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”.  Tendremos una recompensa: “Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”.  ¿Queremos que el Señor no nos deje un solo instante?  Hagámosle caso; ya recibimos sus instrucciones de cómo cumplir lo mandado, y en nosotros está el obedecer o no.  
Así de simple y de sencillo;  nos complicamos y le damos muchas vueltas a la orden, poco la tenemos en cuenta.  O sea, que los primeros que tenemos que aprender a obedecer somos nosotros, para de ese mismo modo tener autoridad e ir a enseñar a otros a hacer discípulos.  ¿Por qué nos costará tanto compartir?  Pidámosle al Señor que nos llene de su Santo Espíritu y que brote por doquiera que vayamos, el mensaje de salvación.

Amado Señor: Queremos ser los primeros en obedecerte y cumplir el mandato de la gran comisión que nos dejaste.  Perdónanos porque no somos sensibles a la necesidad de salvación de familiares, amigos y conocidos y hemos descuidado ese primer ministerio que nos has ordenado realizar. Te rogamos que nos llenes de tu Santo Espíritu y nos des el denuedo para compartir adiestra y siniestra; a tiempo y a destiempo.  Gracias Señor.

Un abrazo y bendiciones.

martes, 28 de enero de 2014

Reconociéndolo como el Hijo de Dios




¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!  
 Mateo 27:54.



Lectura: Mateo 27:45-56.  Versículo del día: Mateo 27:54.

MEDITACIÓN DIARIA

Ya había llegado la hora. Jesús, crucificado en una cruz; humillado, vituperado, llagado, menospreciado. Todos se burlaban y le inculpaban: Sacerdotes, soldados, ancianos, e incluso aquellos que lo alabaron entrando a Jerusalén, ahora le gritaban y le injuriaban. Lo que no entendemos es que ese ‘Todos’, estamos incluidos también nosotros. El Señor lanza un grito desgarrador: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (v. 46). Estaba solo, completamente solo; Dios no estaba con Él y tenía que haber sucedido así, para que en ese momento se llevara a cuestas el pecado de la humanidad. La Luz del mundo se apagó; por eso hubo gran oscuridad como desde el medio día hasta la media tarde (v. 45). Y tal como lo predijo Isaías, su obra se estaba cumpliendo: “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.  Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Isaías 53:3-5). 
El velo del templo se rasgó en dos; la tierra tembló y se partieron las rocas (v. 51); al centurión y a todos los que se burlaron antes de Él, les llega el momento en el que tienen que reconocer quién es en verdad Jesús. Agachar la cabeza y con tristeza por el pecado cometido y remordimiento de lo hecho, exclamar: “¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!”.  No solamente era; es y lo ha sido desde el principio.  La luz vuelve a brillar porque con su gloriosa resurrección venció y hoy vive para siempre en todos aquellos que le reconocen como su Salvador. Éste es el reconocimiento que Dios espera de cada uno de nosotros. Ya entendemos cuál fue su obra redentora en la cruz; ya sabemos que cargó con nuestros pecados y dolores; que fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades.  El Señor Jesús, nuestro Salvador ya pagó el precio por ti y por mí.  No queda más que reconocer igualmente y decirle: ¡Verdaderamente eres el Hijo de Dios!

Amado Señor: Te pedimos perdón porque igual que la muchedumbre que estaba presente en tu muerte, también hemos vociferado contra ti.  Hoy queremos decirte que te reconocemos como el Hijo de Dios vivo y que aceptamos tu obra redentora en la cruz del Calvario.  Gracias Señor, porque sin merecerlo, cargaste con todo el peso nuestro para darnos salvación.

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 27 de enero de 2014

Hasta guardarnos en perfecta paz




Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.  
 Isaías 26:3.


Lectura: Isaías 26:1-10.  Versículo del día: Isaías 26:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Estamos acostumbrados a verlo según la versión Reina Valera: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.  Analizando los dos, vemos que para andar firmemente con el Señor tenemos que perseverar con Él.  Y mucho más que eso: es insistir e insistir; hasta acostumbrarnos a persistir y persistir sin dar marcha atrás, sin desanimarnos. Sabiendo que si caemos tenemos que levantarnos; que si desfallecemos volver a fortalecernos. No podemos pretender quedarnos caídos o dejar que nos consuma la agonía. Es un insistir, persistir y no desistir.  Si tenemos al Dios que todo lo puede, las tempestades llegarán pero nuestra fortaleza estará depositada en el Señor. Es que en eso se basa la confianza, no en que haya ausencia de problemas y obstáculos sino en saber que a pesar de encontrarnos con ellos, ahí en medio, está nuestro Ayudador.
Una persona de carácter firme no se deja llevar por las circunstancias; más bien las circunstancias son el trampolín que le permitirá demostrar sus convicciones en el momento preciso. Para lograr ese tipo de carácter, la comunión con el Señor debe ser íntima, completa, desearla totalmente: “tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida.  Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca” (vv.8b y9a).  
En resumen el carácter firme no nos dejará mirar atrás; nos empujará cada día más hacia adelante hasta guardarnos en perfecta paz.

Amado Señor: Enséñanos a ver el propósito tuyo en nuestra vida de manera que en cada nuevo amanecer te busquemos vehemente, hasta aprender a descansar contigo en completa paz.  

Un abrazo y bendiciones.