martes, 28 de octubre de 2014

Por la mañana Señor




Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma. 
Salmo 143:8.


Lectura: Salmo 143:1-12.  Versículo del día: Salmo 143:8.

MEDITACIÓN DIARIA

A veces nos cuesta levantarnos de madrugada para buscar a Dios; pero en realidad es en las horas de la aurora cuando tenemos la mente despejada y se nos graban más las cosas. “El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” (Salmo 32:8). Fijémonos bien que no solamente nos instruye y dirige en el caminar; también va a nuestro lado aconsejándonos, y velando por nosotros. Presentarnos ante el Señor en las mañanas nos trae tranquilidad durante el día, porque de ese modo también aprendemos a conocer su voluntad: “Mañana tras mañana me despierta y me abre el entendimiento a su voluntad” (Isaías 50:4b). Comunicarnos con Él, leer su Palabra y entender lo que espera de nosotros es gratificante; por eso dice otro Salmo: “Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría” (Salmo 90:14). Así es: sus innumerables promesas nos dan seguridad para salir a combatir los atafagos del día. Personalmente considero que no es igual hacer el devocional en la noche cuando ya el sueño y el cansancio nos vencen; por algo el Salmista nos insta a realizarlo en  horas tempraneras: porque es en el silencio y la calma cuando el Señor nos toca profundamente y es ahí también, cuando podemos volcar nuestro corazón suplicante  y estamos más propensos a contarle nuestras cuitas. “Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta” (Salmo 5:3).
Así tengamos que sacrificar media horita de sueño, propongámonos a tener ese encuentro matutino con el Señor de nuestra vida; con el que está listo a tendernos su mano y a señalarnos el camino que cada día debemos emprender.

Amado Señor: Te damos gracias por concedernos el privilegio de tener un encuentro contigo en el amanecer. Permite que nuestro acercamiento se convierta en alborada musical  para que esas notas melodiosas nos animen, cuando sintamos el peso de las cargas que el día nos ofrece y ya estemos en el ocaso del atardecer.

Un abrazo y bendiciones. 

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