miércoles, 29 de octubre de 2014

Bendición sobre bendición




Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio.  Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos. Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. 
Salmo 144:12-14.


Lectura: Salmo 144:1-15.  Versículos del día: Salmo 144:12-14.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Cuál es el Dios que puede hacer tanto por nosotros? ¿Cuál el  que nos asombra con sus bendiciones diariamente, nos cuida, protege y fortalece? ¿Cuál Dios permite que nuestros anhelos se cumplan? No hay sino un Dios Santo y Verdadero. Un Dios sobrenatural que no escatimó ni siquiera a su propio Hijo para enviarlo al mundo en rescate por la humanidad. ¡Este es el Dios de mi vida! Dios amoroso, mi Roca, mi amparo, mi más alto escondite mi libertador, mi escudo, mi refugio y quien me permite hallar gracia ante los hombres (vv. 1-2), porque “La bendición del Señor trae riquezas” (Proverbios 10:22). Pero no creamos que son solo riquezas materiales; son riquezas espirituales, emocionales y físicas también. El Señor nos quiere llenar con todo lo de Él; desea que seamos completos en todas las áreas de nuestra vida. Sus ricas bendiciones no se hacen esperar en el día tras día; nos colma con sus favores sin descanso y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ello.
Analicemos un solo día rutinario: nos levantamos vivos, tuvimos un techo donde dormir con una cama y cobijas abrigadas; tenemos un café caliente en la mañana y una voz que nos saluda. Salimos de la casa y a pesar de lo que dicen las noticias sobre inseguridad y manoseos, vamos y venimos con su sombra protectora. Como supuestamente es natural, no percibimos nuestro hablar ni caminar.  No nos percatamos de la vista, el olfato, el oído, el habla, el tacto, las piernas ni los brazos porque están ahí. Y aun así, si algo nos faltara, yo por lo menos, no dejaría de alabarle y darle gracias.  Meditemos sobre los versículos del día y demos gracias a nuestro buen Dios por los hogares que tenemos  y los bienes con los que nos ha colmado, porque sus ricas bendiciones sobreabundan en nuestras vidas.

Amado Señor y Dios nuestro: Infinitas gracias te damos por llenarnos de tus ricos favores desde que aclara el día hasta cuando anochece. Gracias porque en el descanso de la noche, también siempre estás velando nuestro sueño. Gracias por tantas bondades que nos tienes. Alabamos y bendecimos tu Nombre, Señor Dios de toda creación, dueño de nuestras vidas y de todo el oro y la plata del mundo. ¡Tuya es la grandeza y el poder por los siglos de los siglos!

Un abrazo y bendiciones.

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