¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!Salmo 133:1.
Lectura: Salmo
133:1-3. Versículo del día: Salmo 133:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Este versículo siempre
lo asemejo con el hogar. Cuán importante es poder disfrutar un hogar donde se
respira paz. Donde se convive en plena armonía y se encuentra ese calor que
todos deseamos para sentirnos apoyados y amados. Considero que definitivamente es
la mujer, la encargada de poner ese toque de esencia y buen disfrute en el seno
de su hogar, porque: “La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos
la destruye” (Proverbios 14:1). Sobre la mujer recae sin lugar a dudas, la buena
administración de su casa y la alabanza para su esposo (Proverbios 31:23);
dicen por ahí, que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Y por
si fuera poco su trabajo, también sobre sus hombros, retoñan los triunfos de
los hijos. “Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los
cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios
tesoros” (Proverbios 24:3-4).
La Biblia también nos
habla de la mujer rencillosa, la necia: “Más vale habitar en el desierto que
con mujer pendenciera y de mal genio” (Proverbios 21:19); “Gotera constante en
un día lluvioso es la mujer que siempre pelea” (Proverbios 27:15). Al igual que
el repicar de una gotera continua nos estresa y deseamos salir corriendo, así
pasa con la mujer belicosa. ¡Ojo mujeres! Porque cuando en el hogar se
encuentra esta mujer necia, el hombre prefiere salir corriendo hacia otros
lares, en vez de aguantar tanta cantaleta, y si a esto se suma malos tratos y
palabras soeces, el hogar está a punto de derrumbarse. Si nosotras queremos
vivir en armonía, somos las primeras en ser llamadas a promulgarla.
Reflexionemos y miremos hacia dónde estamos encauzando nuestro nido de amor. Es
allí donde primero tenemos que sembrar, el vivir en armonía.
Amado Señor: Te pedimos
que nos enseñes a ser mujeres sabias que edifiquen y no derriben. Nuestros
hogares están ávidos de paz y armonía; permite que nosotras seamos las primeras
en buscar que allí se respire el fruto de tu Espíritu para que todo el que lo
visite, se impregne también de amor, gozo, paz, paciencia, tolerancia y
mansedumbre. Que siempre irradiemos la
armonía tan necesaria para la convivencia y hermandad en nuestros recintos.
Un abrazo y
bendiciones.
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