sábado, 11 de octubre de 2014

Nuestro Dios Creador, es quien merece ser exaltado




¿Por qué tienen que decirnos las naciones: ¿Dónde está su Dios?  Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. 
Salmo 115:2-3.


Lectura: Salmo 115:1-18.  Versículos del día: Salmo 115:2-3.

MEDITACIÓN DIARIA

Personalmente he visto que personas no cristianas, cuando hemos pasado dificultades preguntan: ¿Qué te pasa?; ¿Por qué a ti, si tú crees tanto en Dios?’.  La verdad, unos son osados en preguntar, o indiscretos. Otros no lo hacen pero lo piensan; se percibe a lo largo de la conversación. Y en general los que cuestionan son los menos llamados a hacerlo porque si revisamos sus vidas es exactamente lo que dice aquí el Salmista: “Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler;  tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos” (vv.4-8).  ¿En quién creen ellos? Están aferrados a imágenes que simplemente son eso: imágenes. Muñecos de yeso, arcilla, madera, cobre, o así sean de oro o plata, son iguales de vanos a sus creadores. Mientras que nosotros creemos en un Dios Todopoderoso, creador de cielos y tierra; creador de la humanidad y a quien le debemos adoración, honra y gloria. Creemos que es un Dios que bien puede hacer lo que le parezca porque es soberano y no somos los llamados a debatir sus designios. Por eso aquí el Salmista insta, más bien a confiar plenamente en el Dios vivo que decimos tener: “Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y su escudo” (v. 11).
Terminaré como empieza el Salmo: “La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad” (v. 1)

Amado Señor: Así es; toda la gloria, alabanza y adoración son sólo para Ti.  Eres el único que mereces recibirla; pues Tú no eres un Dios de muertos sino de vivos y estás sentado en el trono de los cielos por siempre y para siempre, observando tu maravillosa creación.

Un abrazo y bendiciones.

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