domingo, 26 de octubre de 2014

Aprendamos a cerrar los labios




Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios. 
Salmo 141:3.


Lectura: Salmo 141:1-10.  Versículo del día: Salmo 141:3.

MEDITACIÓN DIARIA

David sabía cuánto poder tienen las palabras y por eso clamaba al Señor por ello. Todos deberíamos acostumbrarnos a orar por ese motivo ya que continuamente pecamos con la boca. Nos dejamos llevar muy fácil en el juego de las conversaciones y muchas veces sin darnos cuenta caemos en el chisme, la mentira, en la crítica y hasta en el juzgamiento. La lengua nos tiende trampas mortales porque en ella también están la vida y la muerte; nos dará el fruto respectivo (Proverbios 18:21). Lo que hablamos no solamente redunda en perjuicio de los demás, sino que influye terriblemente en nuestras propias vidas.
Podemos mostrar una vida piadosa pero si no frenamos la lengua nos estamos engañando (Santiago 1:26). Alabamos al Señor, lo adoramos, le clamamos y con esos mismos labios después salimos a denigrar del prójimo. ¡Cuánto poder tiene la boca! Definitivamente, la persona sabia es sin duda alguna la prudente, la que sabe escuchar y solamente abre su boca para el bien.
Aprendamos a dominar la lengua; llenémonos de la Palabra de Dios, grabémonos versículos que nos enseñen a hacerlo para tenerlos a flor de piel y recordarlos cuando los necesitemos; la Biblia está llena de ellos en Salmos, Proverbios y Santiago podemos buscar algunos. Y ante todo pidámosle al Espíritu Santo el fruto del dominio propio para no seguir cayendo en lo mismo.

Amado Señor: Te damos gracias por tu bendita Palabra, que siempre está presente para enseñarnos y dirigirnos por el camino que esperas de nosotros. Te rogamos buen Dios que pongas un freno en nuestros labios y que solamente nuestros labios se abran para adorarte a ti; para animar y levantar al caído; para edificar y no hundir ni demoler a otros.

Un abrazo y bendiciones.

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