Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, 5 para proclamar: El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia.Salmo 92:14-15.
Lectura: Salmo
92:1-15. Versículos del día: Salmo
92:14-15.
MEDITACIÓN DIARIA
Me pregunto si las
generaciones de este tiempo sí están permitiendo que sus adultos terminen sus
años como debe ser, viéndolos vigorosos y lozanos o si por el contrario se les
está imponiendo cargas que ya no les corresponde llevar sobre sus hombros. Mirando
alrededor y sin ir muy lejos, observo una señora de mi conjunto que debe estar
sobre los sesenta y he podido seguir su recorrido: primero fue la guardiana de
sus nietos por convivir con alguno de sus hijos. Ahora no solo esto, sino que
también esos nietos muy jovencitos tuvieron hijos, y ella también pasó a ser su
encargada. La veo con maletas y cochecitos, llevándolos hasta la puerta del bus
escolar o hasta la guardería; la veo llevando mercado porque muy seguramente, también le toca apersonarse
de los quehaceres de la casa, o de pronto la veo en las tardes sacando los
niños a tomar el sol. Me he preguntado muchas veces ¿por qué la tomaron como
sustituta de padres o mejor: como empleada de servicio y aun con mayores
responsabilidades como la de cuidar y velar por nietos y bisnietos? La verdad,
me da la impresión de que su vida no debe de ser para nada agradable.
Creo que el deber como
hijos, es tratar de que los padres gocen de una vejez saludable y sin las
cargas que les corresponden directamente a los hijos. Estoy segura que los
abuelos estarán felices de jugar y reír con sus nietos cuando tienen el tiempo
de compartir con ellos; pero otra cosa es muy diferente cuando toda la
obligación que se tiene como padres, se descarga en los abuelos. Lo más bonito
es ver a los adultos mayores laborando en sus propias casas, degustando entre
ellos una buena taza de café; escuchando su música predilecta y seguir su
camino en medio de tranquilidad. Ellos ya cumplieron su misión y tienen todo el
derecho a ser felices y terminar su vida como palmeras bien erguidas y
levantadas ya que su labor ha dado los frutos esperados (v. 12).
Que el mensaje de hoy
sea una reflexión para examinarnos y ver si en verdad estamos siendo partícipes
de la buena vejez de los que ya peinan canas o si por el contrario, estamos
siendo piedras de tropiezo en la culminación de su recorrido.
Amado Señor: Gracias
por enseñarnos a velar y cuidar de los que ya están en los años dorados, como
debe ser. Te pedimos perdón si no hemos sabido respetarlos y honrarlos como es
debido. Permite que nuestra actitud hacia ellos cambie de manera que a pesar de
su vejez, los admiremos por el fruto que hemos podido contemplar en nuestras
propias vidas y por el vigor y fortaleza que aun demuestran en su rutina
diaria.
Un abrazo y bendiciones.
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