Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo.1 Reyes 19:12.
Lectura: 1 Reyes
19:1-18. Versículo del día: 1 Reyes
19:12.
MEDITACIÓN DIARIA
El pasaje nos habla
sobre el profeta Elías, que por causa de Jezabel, la esposa del rey de Israel quien
quería matarlo, estaba cansado, agobiado, y hasta aburrido con su misma vida (vv.
2-4). En medio de esta confusión, el ángel
del Señor se le presenta y le da comida y bebida para que recupere las fuerzas
(v. 6).
Elías pasó toda la
noche en una cueva y el Señor le habla, preguntándole qué estaba haciendo allí.
A lo que responde: “Me consume mi amor por ti, Señor Dios Todopoderoso” (v. 9).
El Señor le manda salir de ahí y presentarse en la montaña porque iba a pasar
por allí. Vino un viento recio, un
terremoto, un fuego y en ninguno estaba el Señor (vv. 11 y 12). ¿Entonces qué pasó con sus palabras? La
belleza del Señor no se hace esperar: “vino un suave murmullo” y Elías entendió
que allí sí estaba su Señor.
La enseñanza es
entender que el Señor busca la calma, el sosiego, la paz, para hablarnos y que nosotros
somos igual que Elías: aunque amamos a nuestro buen Dios, nos sulfuramos y
decaemos ante la adversidad, sin darnos cuenta que nuestro Dios está por encima
de toda situación y así no lo creamos o lo veamos, está pendiente de cada uno. Después del suave murmullo, le pregunta
nuevamente: “¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: —Me consume mi amor por ti,
Señor, Dios Todopoderoso” (vv. 13 y 14).
¿Estamos dispuestos a
responderle así a nuestro Amado cuando afrontamos situaciones similares?
Démosle campo y esperemos confiados en su Palabra que nos ofrecerá lo mejor de
Él. En resumen: ¡dejémonos arrullar por
el Señor! Que nos envuelva en su suave murmullo
y nos hable muy quedo al oído. Que su amor nos absorba totalmente, su voz nos
deleite y nos embriague con su Espíritu. Esos momentos no son para desperdiciarlos,
son para aprovecharlos y no soltarlos.
Amado Señor Jesús: En
el transcurso del día, deseo buscar el mejor momento para escucharte y entender
que siempre estás a mi lado. Tu suave murmullo me estremece y enamora cada día más de ti. Gracias por estar
perennemente conmigo. ¡Te amo mi Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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