Y ni una sola de las buenas promesas del Señor a favor de Israel dejó de cumplirse, sino que cada una se cumplió al pie de la letra.Josué 21:45.
Lectura: Josué 21:43-45.
Versículo del día: Josué 21:45.
MEDITACIÓN DIARIA
Todas las promesas que hay en la
Biblia son para nosotros. Dios tiene
planes de bienestar y no de calamidad para sus hijos y lo que nos toca, es
tomar cada una de esas buenas promesas y apropiárnoslas. Dios le prometió a su pueblo de Israel que
los llevaría a una tierra de leche y miel y así lo hizo. Primero utilizó a su siervo Moisés y después
dejó el mando en cabeza de Josué. Desde
el comienzo de su misión Dios estuvo presente y le decía: “Tal como le prometí a
Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus píes”; “Así como
estuve con Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré”; “¡No tengas
miedo ni te desanimes! Porque el Señor
tu Dios te acompañará donde quiera que vayas” (Josué 1:3, 5, 9).
Josué fue elegido para cumplir un
propósito. Debía liderar y conducir a
Israel hasta alcanzar la tierra prometida. Todos nosotros también estamos aquí
con un propósito definido. Dios nos ha llamado
a alcanzar la tierra prometida y debemos igual que Josué, ser en ese
llamamiento fuertes y valientes; no temer así se nos presenten muros difíciles
de tumbar o grandes enemigos que no nos quieran dejar avanzar. Josué tuvo que luchar con todo esto pero no
decayó porque le creyó a Dios. Creyó y
al final, cuando había terminado su misión y su final se acercaba, en su despedida
les reafirmó: “Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor
su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad,
pues él no ha faltado a ninguna de ellas” (Josué 23:14).
¡Qué bonito ejemplo! La vida no es
fácil para nadie. Es una continua
batalla, pero nunca podemos decaer. Y si
caemos, es de valientes levantarse y continuar hasta alcanzar nuestra propia
tierra; la que Dios a cada uno ha mostrado y prometido para que al final,
igualmente podamos hablarle a los nuestros y hacerles saber lo fiel y verdadero
que ha sido nuestro Dios.
Amado Señor: Gracias porque ninguna de
tus buenas promesas dejará de cumplirse. Señor, aceptamos tus mandatos y
deseamos hacer tu voluntad. Guíanos por favor, igual que lo hiciste con Josué,
hasta alcanzar la tierra que fluye leche y miel.
Un abrazo y bendiciones.
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