Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo.Santiago 3:2.
Lectura: Santiago
3:1-12. Versículo del día: Santiago 3:2.
MEDITACIÓN DIARIA
Dice Santiago en su
Carta que todos fallamos mucho. Y
fallamos porque nos cuesta dominar la lengua. “Con la lengua bendecimos a
nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen
de Dios” (v. 9). Por eso es tan importante, pensar para hablar y no hablar para
pensar. Lo dicho, dicho está y dicho se
queda. Dicen también que somos amos de lo que callamos y esclavos de lo que
hablamos. Así, que tenemos que escoger.
En mi Biblia se
encuentra un devocional escrito por la señora Beatriz G de Delupí, al que
tituló “Ponga a dieta sus palabras” y me parece que es muy acertado lo que
dice: nos preocupamos en especial las mujeres, por tener un cuerpo esbelto y
sobre el tema, la mayoría de revistas femeninas hacen alusión; sin embargo,
ninguna menciona el sobrepeso de las palabras (parafraseando lo escrito por la
señora de Delupí); y eso que nosotras, si de algo tenemos fama, es de hablar
más de la cuenta. Es tan cierto, que en
vez de hacernos un llamado al respecto, más bien nos estimula a chismosear y
averiguar incluso, más de la cuenta.
Tenemos que saber medir
bien las palabras; no podemos seguir siendo artífices de maldición. Recordemos
que en la lengua están la vida y la muerte (Proverbios 18:21). Mis palabras pueden dar vida, como pueden
acabar de tumbar al agobiado. Dios nos
llamó a bendecir y esto es lo que tenemos que practicar. Pidámosle al Señor,
dominio propio sobre nuestra lengua para que nuestros labios se estilicen y broten solo palabras sabias, llenas de amor y
de estímulo.
Amado Señor: Te pedimos
que nos des el fruto del dominio propio a través de tu Santo Espíritu para
aprender a medir nuestras palabras, y que estas lleven consuelo, alegría y paz
a la vida de las personas que nos rodean.
Un abrazo y
bendiciones.
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