Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido.Hebreos 10:36.
Lectura:
Hebreos 10:19-39. Versículo del día:
Hebreo 10:36.
MEDITACIÓN
DIARIA
La
perseverancia no es otra cosa que confiar en su Palabra. Confiar en que todas
sus promesas se cumplirán. Saber que así
se hayan tenido dificultades, el Señor está ahí para continuar el camino y
obtener la promesa mayor: la vida eterna.
Esa se constituye en el fin
principal de toda la obra redentora. “Pues dentro
de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá, y no tardará” (v. 37).
Recién
convertida me aprendí este versito que alguien me enseñó: “Ya que has puesto tu
mano en el arado, no tornes tu mirada hacia atrás; sigue a Cristo como buen
soldado, y un día recompensa tú tendrás”.
Así es; no hay que mirar atrás, ni los tropiezos ni las tristezas. Hay que tener la vista al frente y adelante
con la convicción de que tenemos a un Dios
que es fiel y en Él siempre ha sido ‘Sí’ (2 Corintios 1:18-19), y no va a
dejarnos en mitad del camino. “Así que
no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada” (v.35 en la
lectura). Para Dios no sería de su agrado
que diéramos marcha atrás. Dice el escritor de la Carta: “nosotros no somos de
los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y
preservan su vida. (v. 39). Porque “mi justo” dice, “vivirá por la fe” (v.
38). Gracias a Dios ya hemos sido justificados
con la sangre del Señor (Efesios 2:13); en la espera demostramos nuestra
confianza y si somos débiles, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda (Romanos
8: 25 y 26).
“Acerquémonos,
pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe,
interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados
con agua pura. Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es
el que hizo la promesa” (vv. 22-23 en la lectura).
Amado Señor:
Mira nuestros corazones; somos débiles y tropezamos fácilmente. Límpianos de
todo pecado y lávanos con tu preciosa sangre para proseguir de tu
mano con la confianza puesta en la esperanza que profesamos, sabiendo que lo
que nos espera es mayor que todo lo ofrecido por ti en la vida terrenal.
Un abrazo y bendiciones.
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