La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: —¡Por favor, Su Majestad! ¡Déle usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate!1 Reyes 3:26.
Lectura: 1 Reyes 3:16-28. Versículo del día: 1 Reyes 3:26.
MEDITACIÓN DIARIA
De las primeras acciones que revela
la sabiduría del rey Salomón, la
encontramos en este pasaje. Aquí vemos cómo una madre angustiada prefiere ver a
su hijito en manos de otra, en lugar de verlo muerto.
La situación demuestra hasta
dónde puede llegar el amor de madre. Por algo muchos dicen que es el amor más
parecido al de Dios. Es un amor con
corazón abnegado, incondicional, dispuesto a perdonar, a olvidar, a volver a
empezar, a restaurar y tal vez, a muchísimas otras cosas.
Considero a las madres que
tienen que trabajar, ya sea para contribuir en la economía del hogar o porque
les toca hacer el papel de papá y mamá a la vez. No es fácil y menos en la actualidad donde la
mujer ha explorado otros campos sociales y ha escalado posiciones tan altas. Todo esto está muy bien; ¿pero la misión primaria
de la madre dónde queda? Así como
conozco mujeres que a fuerza de su trabajo y tesón han sacado a sus hijos
adelante, hay otras que pareciere no importarles lo más mínimo, y prefieren un
trabajo por el solo hecho de competir con su esposo. Se ven hogares donde se
percibe una guerra de billetes: “yo gano más que tú” o “yo mando más porque
aporto más”; y en últimas son los hijos los que salen perdiendo. Al fin de
cuentas un hijo lo que más desea es ver a sus progenitores en paz, no en guerra;
y mucho menos, ser ellos el trompo de poner para ver quien gana la batalla en
cuanto a regalos se trata. Infortunadamente
hay muchos hogares en esa tónica. Quizá a un niño se le compra con dádivas,
pero cuando crezca se notará el hueco que dejará la falta de ternura, de
abrazos, de besos y de mimos.
Ya que es difícil dejar el
trabajo a un lado las mujeres, lo correcto sería brindarles a los niños calidad
de tiempo y no olvidar nunca, así lleguen
muy cansadas, el lugar que Dios les asignó
cumpliendo su prioridad dentro del seno materno.
Amado Dios: Hoy te ruego por
todas aquellas madres que inevitablemente tienen que trabajar para que les des
la fuerza, el amor y la sabiduría necesaria para formar niños que más tarde
sean útiles a la sociedad y temerosos de ti.
Un abrazo y bendiciones.
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