El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador.2 Samuel 22:2-3.
Lectura: 2 Samuel 22: 1-7 y del 31-37 Versículos del día: 2 Samuel 22:2-3.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor lo es todo. Su camino es perfecto y su Palabra
intachable (v. 31). La dificultades rondan por los lados y los problemas a
veces pareciera que nos ahogaran y las fuerzas desfallecieran como queriéndonos
hundir hasta que clamamos al buen Dios: “Inclina a mí tu oído, y acude pronto a
socorrerme” (Salmo 31:2), y viene
nuestro amado Señor a rescatarnos porque Él es nuestra roca, amparo y
libertador. Nos infunde nuevas fuerzas y
con su mano victoriosa nos saca a flote.
“¿Pues quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me
mantiene firme en las alturas” (vv. 32-34).
No entendemos la
multitud de piedras que a veces el Señor permite que caigan sobre nosotros, pero esas piedras, son las que al
final forman el sendero para cruzar más fácilmente y llegar a la meta. Todas
las cosas nos ayudan a bien, dice su Palabra en Romanos 8:28 y en cada piedrecita
va un pedazo de formación hasta llegar a cumplir su propósito en cada uno y al final
nuestro Constructor, mostrar orgulloso su obra terminada (Filipenses 1:6).
No importa que venga lo que venga; contigo siempre tendremos
la salida. De mi parte no quiero abandonarte. ¿A quién más iré Señor? Solamente Tú tienes palabras de vida
eterna (Juan 6:68). “Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis
pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío” (Salmo 19:14).
Amado Dios: Gracias por podernos refugiar siempre en ti,
sabiendo que no menosprecias la obra de
tus manos. Gracias por ser la roca, el libertador,
el escudo protector, el peñasco y el más alto escondite; pero ante todo gracias
Señor, por ser nuestro Salvador.
Un abrazo y bendiciones.
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