Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.Santiago 1:17.
Lectura: Santiago 1:2-27.
Versículo principal: Santiago 1:17.
MEDITACIÓN DIARIA
No solo tenemos que
hablar de lo que hacemos gustosos para el Señor
porque es Él quien nos lo ha permitido realizar. También tenemos que
decir que Dios nos ha mirado con ojos
compasivos y es nuestro deber devolver en otros, parte de lo que se nos ha
regalado. Me explico: La dádiva se
constituye en bendición, en regalo, en
algo que se da sin esperar nada a cambio. Nosotros, hemos recibido la salvación
por medio de Cristo Jesús; este es el mejor regalo. Lo recibimos de gracia y
del mismo modo Dios espera que lo devolvamos: recibiste de gracia, da de gracia
(Mateo 10:8).
Diariamente estamos tomando sus regalos; tenemos vida,
alimento, abrigo, un techo para resguardarnos y si es el caso y pasamos
pruebas, también tenemos un hombro que nos sostiene; una palabra de aliento que
nos anima. Entonces, ¿no vamos a
devolver nada de esto? De ninguna manera
podemos dejar de ser generosos y agradecidos con Dios y el mejor modo, es restituyendo
parte de estas dádivas a quienes nos rodean.
¿Cómo? Primero que todo llevando
palabras de vida a los perdidos. Palabras
llenas de amor, bondad y misericordia. Siendo también dadivosos con quienes
sufren y necesitan nuestro consuelo. Si
se nos ha consolado, consolar. Si nuestro hermano tiene hambre, dándole de
comer; y si tiene sed, de beber (Mateo 25:35-36). Todas estas buenas acciones
no vienen porque sí. Dios pone en
nuestro corazón el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13),
porque precisamente vienen de lo alto; vienen de parte de Dios. Son también parte de sus regalos; nos los presta diría yo (ya que aquí de todo somos
administradores), y gustosos los devolvemos. No podemos dejar de ser compasivos
si en verdad el amor de Dios habita en nosotros (1 Juan 3:17).
Amado Señor: Son tantas las bendiciones que llueven a diario
sobre nuestras vidas, que no tenemos cómo agradecer tu incomparable
gracia. Permite mi Dios que seamos
conscientes de todo lo que nos das y también te devolvamos en nuestro prójimo
parte de tan grandes beneficios.
Un abrazo y bendiciones.
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