domingo, 16 de junio de 2013

Su fidelidad a pesar de...




Entiende bien que eres un pueblo terco, y que tu justicia y tu rectitud no tienen nada que ver con que el Señor tu Dios te dé en posesión esta buena tierra. 
Deuteronomio 9:6.


Lectura: Deuteronomio 9:1-9.  Versículo del día: Deuteronomio 9:6.

MEDITACIÓN DIARIA

El libro de Deuteronomio es como un recuento que Moisés hace a los israelitas, especialmente a la generación que va a poseer la tierra prometida.  Este recuento no es más que una recomendación y a la vez exhortación para que sepan que si van a entrar en esa buena tierra, es por la fidelidad exclusiva de Dios; no porque ellos lo merezcan.
¿Cuántas veces no obramos igual que aquel pueblo?  Hemos visto con nuestros propios ojos las innumerables acciones del fiel Dios para nuestro bien, y aun así, somos desobedientes, ligeros de palabra, y rebeldes a su voz.  Pero existe algo que a pesar de todo, tiene que conmovernos: su fidelidad y misericordia. Si el Señor prometió llevarnos a la tierra que produce leche y miel, lo hará porque simplemente lo dijo y Él no es un Dios mentiroso; Él cumple lo que promete (Números 23:19).  Lo que sucede es que en ese andar nos vamos a encontrar con muchos gigantes que pone el enemigo, para desanimarnos y hacernos retroceder.  Pero ahí esta el detalle: debemos obrar como lo hicieron Josué y Caleb en aquel tiempo y no asustarnos (Números 14:6-7). Tenemos con nosotros al más grande y poderoso: al Dios omnipotente, sublime y majestuoso Señor; dueño absoluto de toda la creación y si Él está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Si ni siquiera escatimó a su propio hijo para dárnoslo, ¿cuánto más no habrá de darnos todas las cosas? (Romanos 8:31 y 32).
Dios lo que espera es que en esa buena tierra nos acordemos de todas las vicisitudes que pasamos para lograr alcanzarla y le obedezcamos sinceramente; que le amemos y busquemos con todo el corazón, para así no acarrear sobre nosotros las consecuencias de la desobediencia.
Si ya estamos en posesión de esa tierra, no actuemos como rebeldes sino que nos sirva también la recordación de Moisés, para comportarnos con excelencia, ya que hemos visto una vez más la fidelidad de Dios y su Palabra.

Amado Señor Jesucristo: Tu infinito amor nos constriñe y tu Santo Espíritu nos redarguye de todo pecado. Sabemos que esa vieja naturaleza no quiere desprenderse del todo, pero gracias a Dios que por tu intermedio, somos más que vencedores y podemos derrotar el pecado que habita en nosotros.  Queremos ser fieles a ti, como tú lo has sido también.  Enséñanos a hacer tu voluntad.

Un abrazo y bendiciones.

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