Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros.1 Samuel 15:22.
Lectura: 1 Samuel 15:1-35.
Versículo del día: 1 Samuel 15:22.
MEDITACIÓN DIARIA
Nos deberíamos hacer la misma pregunta cuando cambiamos el obedecer por aquello que consideramos que sería mejor. Al rey Saúl, Dios le dio la orden de matar a todos los amalecitas sin dejar absolutamente a nadie; y el rey creyó conveniente no solo dejar con vida al rey amalecita, sino también, apartar las mejores vacas y ovejas para ofrecerlas al Señor (v. 9). ¡Cómo nos cuesta obedecer! Y lo peor, es que quizá ni cuenta nos damos de las consecuencias porque estamos convencidos que nuestra opinión o actitud, va por encima de lo mandado.
Quizá nos quejamos porque las cosas no nos salen bien; porque
el trabajo no resulta, o porque las crisis financieras, físicas y aun
espirituales nos agobian, ¿pero será que si estamos cumpliendo a cabalidad sus
mandatos? Saúl estaba convencido que su misión había tenido éxito, hasta que
llegó Samuel y le destapó los ojos: “Cuando
Samuel llegó, Saúl le dijo: —¡Que el Señor te bendiga! He cumplido las
instrucciones del Señor” (v. 13).
Esta desobediencia, le costó a Saúl el reino. Dios se
arrepintió de haberlo colocado como rey, y empezó a buscar su remplazo.
Que el ejemplo de Saúl nos sirva para reflexionar y meditar
sobre lo que vale el obedecer. Dios no
se complace en sacrificios porque de hecho, solo basto uno: el del Señor
Jesucristo su Hijo, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda sino que
tenga vida eterna (Juan 3:16). “El
obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de
carneros”. ¿Cómo podemos obedecer, si ni siquiera prestamos atención a las
palabras que se nos dicen? Seamos solícitos en lo mandado para entender que una
orden es para cumplirla totalmente, no a medias; porque de lo contrario deja de
ser obediencia.
Amado Dios: Perdona
nuestra negligencia para obedecer. Te rogamos, nos hagas sumisos a tu voz para
no anteponer los sacrificios y holocaustos, a tu mandato Queremos aprender a obedecerte totalmente.
Un abrazo y bendiciones.
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