jueves, 20 de junio de 2013

Mi "Ebenezer" será mi adoración



Después Samuel tomó una piedra, la colocó entre Mizpa y Sen, y la llamó Ebenezer, «El Señor no ha dejado de ayudarnos». 
1 Samuel 7:12.


Lectura: 1 Samuel 7:1-17. Versículo del día: 1 Samuel 7:12.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Cuántas batallas el Señor no ha combatido por nosotros?  Personalmente tengo que decir que muchas.  Es impresionante ver la mano de Dios en nuestras vidas y es a la vez esperanzador y gratificante, el saber que tenemos un Dios misericordioso que siempre está listo a sacarnos avante.
Igual que Samuel, mi familia y yo no podemos olvidar todas las bendiciones recibidas aun en tiempos desérticos.  En el camino, vamos a encontrarnos con muchos “filisteos”, que desearán combatirnos y apartarnos de nuestro grandioso Señor.  Muy seguramente dudaremos y dejaremos que la corriente nos arrastre, olvidándonos del que todo lo puede. Nuestra actitud entonces, debe ser como la de los israelitas que confesaron su pecado (v. 6b), y le rogaron a Samuel que no dejara de clamar al Señor por ellos (v.8). “Samuel tomó entonces un cordero pequeño y lo ofreció en holocausto al Señor. Luego clamó al Señor en favor de Israel, y el Señor le respondió” (v. 9).  Vinieron los filisteos a atacarlos y fueron derrotados por el pueblo de Israel.
Indudablemente ahora no necesitamos un “Samuel” que abogue por nosotros, porque tenemos al Gran Dios en nuestro corazón y podemos acercarnos en cualquier momento y sitio a Él. Por otro lado, el Señor se gozará con nuestra alabanza y adoración. Lo recibirá como el sacrificio de nuestros labios, sincero y agradecido. Recordemos que la alabanza es la mejor arma contra el enemigo.
De ahora en adelante, ese será mi “Ebenezer” como agradecimiento al Señor, que jamás nos abandona y que me hace exclamar: ¡El Señor no ha dejado de ayudarnos!

Amado Señor: Muchas gracias por estar siempre a nuestro lado demostrándonos que eres nuestro Papito celestial y vas adelante abriendo puertas y derrotando a los enemigos que se cruzan para torpecer el camino que nos tienes trazado. Te alabamos Señor y bendecimos tu nombre; todo el honor es para ti, porque no hay nadie más quien lo merezca. ¡Tú no te cansas de ayudarnos!

Un abrazo y bendiciones. 

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