Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos.Daniel 4:34b-35.
Lectura: Daniel 4:1-37. Versículo del día: Daniel 4:34b-35.
MEDITACIÓN DIARIA
Nabucodonosor, era el rey de Babilonia, el gran imperio que
predominaba en esa época. Como quien dice en la actualidad la primera potencia
mundial; y Dios le manifestó a través de Daniel, lo que le pasaría por tener un
corazón orgulloso y vanagloriarse de su poder (vv. 29-30).
En su visión, Nabucodonosor veía un árbol de altura
impresionante, plantado en medio de la tierra, con follaje hermoso y frutos
abundantes, donde no solamente era útil para las personas, sino para los
animales también (vv. 10-12). Lo
inexplicable es que el mismo rey se dio cuenta de que el mensaje venía de parte
de Dios (v. 17), pero hizo caso omiso de él. Entonces, Daniel le interpreta: “Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho
fuerte y poderoso, y con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se
extiende a los lugares más remotos de la tierra!” (v. 22). Sin embargo, si
no reconocía que toda esta grandeza y
poder venían de parte de Dios, ni atendía la recomendación de Daniel de renunciar
a los pecados y actuar con justicia (v. 27), Dios lo apartaría de la gente tal
como en la visión y viviría con los
animales salvajes, comiendo pasto y empapado por el rocío del cielo durante
siete años, hasta que reconociera: “que
el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega
a quien él quiere” (v. 25). Así sucedió: el rey perdió el juicio y fue a
vivir como animal durante siete años. Pasado ese tiempo, el rey recobró el
juicio, le fue devuelto su reino y procedió con rectitud, justicia y humildad,
reconociendo al Altísimo como Soberano de todos los reinos (vv. 34-37).
Lo triste es saber que en este tiempo, quizá estamos peor que
cuando el rey Nabucodonosor. Son muchas las ansias de poder y de riqueza que se
ven en los gobernantes actuales. ¿Hasta cuándo les durará tanta vanagloria? ¿Cuándo
entenderán que Dios es soberano y que les pedirá cuentas de su encargo? Como
cristianos tenemos dos obligaciones: elegir mandatarios que tengan verdadero
temor de Dios, y orar por los que ya están ejerciendo su mandato.
Amado Señor: Gracias por hacernos entender que eres el
Altísimo y Soberano Dios, que entregas el poder y reino a quien quieres. Te
pedimos Señor por los mandatarios no solo de nuestra nación, sino por todos los
que están gobernando el mundo actual, para que ellos también entiendan que si
están ahí, es por obra tuya, y es a Ti, a quien tienen que rendir cuentas de su
gestión.
Un abrazo y bendiciones.
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