Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.Efesios 1:3.
Lectura: Efesios 1:1-23.
Versículo del día: Efesios 1:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Qué satisfactorio saber que el mismo Dios nos escogió aun
antes de la creación del mundo (v. 4), y que ahora nos bendice, no con una sola
bendición sino con toda bendición
espiritual. “En amor nos predestinó para
ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito
de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su
Amado” (vv. 5-6). Y en el Amado Jesús tenemos ante todo redención de
pecados, por su sangre derramada (v. 7). En Cristo también fuimos hechos
herederos (v. 11); “¡Alabado sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer
de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una
esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e
inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes” (1
Pedro 1:3-4). Esta es la esperanza que tenemos los cristianos: la alegría de
saber que a pesar de las angustias pasadas tenemos “una herencia reservada en el cielo”.
Siguiendo con nuestra lectura: En Cristo también por haber
escuchado el mensaje de salvación y haber creído, fuimos sellados con su Santo
Espíritu quien garantiza la herencia hasta que llegue la redención de todo su
pueblo adquirido (vv. 13 y 14 en la lectura), o sea su Iglesia. “y cuán incomparable es la grandeza de su
poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que
Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha
en las regiones celestiales” (vv. 19-20). Sí, es incomparable la grandeza
de su poder; aquí lo dice y creo que muchos lo hemos experimentado.
Tal vez, no conocemos ni alcanzamos a vislumbrar lo
maravilloso que tenemos en las manos, al tener al Señor Jesucristo en nuestras
vidas; pidámosle a Dios Padre, que nos de el Espíritu de sabiduría y revelación
para conocerlo mejor (v.17) y permitirle cumplir su propósito en cada uno. ¡Qué
más se puede pedir! Nos escogió, nos adoptó, nos selló y somos los herederos de
una patria celestial que nadie puede quitarnos. Tenemos al Rey de reyes y Señor
de señores por misericordia de Dios Padre, y juntamente con Él, gozaremos de su
abundante riqueza.
Amado Dios y Padre: muchas gracias te damos porque sin
merecerlo, nos has escogido como hijos tuyos. Gracias por la herencia que nos
has dejado y por permitir que tu Santo Espíritu nos sellara para alabanza de tu
gloria.
Un abrazo y bendiciones.
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