sábado, 30 de junio de 2012

Bendito el trabajo de tus manos


El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos.  
 Deuteronomio 28:12.

Lectura diaria: Deuteronomio 28:1-14.  Versículo principal: Deuteronomio 28:12

REFLEXIÓN

Dios tiene grandes promesas para sus hijos, solamente hay una condición para que se cumplan: ser obedientes. “Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre” (v.2).  Las bendiciones de Dios perennemente nos están rodeando aunque creamos lo contrario; simplemente tenemos que tener un corazón dispuesto a obedecerle y a creerle.  A su debido tiempo empezarán a llover sobre nuestras vidas de manera asombrosa porque así nos lo ha prometido: “El Señor bendecirá tus graneros, y todo el trabajo de tus manos” (v. 8). 
Dios, como nuestro Padre celestial que es, desea lo mejor para nosotros; quiere que vayamos por el camino recto, sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda (Proverbios 4:26-27).  El motivo de enviar a su debido tiempo a su Hijo Jesucristo fue precisamente para que viniera a proveernos de una vida completa, abundante y con un propósito definido “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b).  Innegablemente dentro de esa vida abundante tiene que estar la bendición del trabajo; el fruto que florece de este es el que nos va a permitir prosperar y tener sosiego.
El cúmulo de sus promesas están ahí: “El Señor tu Dios te bendecirá como lo ha prometido, y tú podrás darle prestado a muchas naciones, pero no tendrás que pedir prestado a ninguna” (Deuteronomio 15:6); “Oro para que te vaya bien en todos tus asuntos” (3 Juan 2) porque todo el que se deleita en su ley “Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan.  ¡Todo cuanto hace prospera!” (Salmo 1:3). 
Dios bendijo a Abraham con esta promesa: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición.  Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!” (Génesis 12:2-3); luego cuando el Señor vino a rescatarnos está escrito lo siguiente: “Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29). 
Todas las lindas promesas de Dios nuestro Padre están regadas a lo largo de su Palabra.  Por eso gocémonos y alegrémonos sabiendo que el fruto del trabajo nos traerá dicha y prosperidad (Salmo 128:1-4).  El trabajo nunca será maldición; es la bendición dejada al hombre para que pueda llevar una vida sin atafagos al lado de su familia y también para que se acuerde que todo proviene de la mano de Dios y que hay que devolverle a Él parte de ese fruto y compartir con los demás porque “Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará”; “Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes” (2 Corintios 9: 6 y 8).

Amado Señor: Gracias porque la promesa de bendecir el trabajo es una realidad.  Gracias por estar pendiente de nosotros cuidándonos y resguardándonos de todo mal.  Enséñanos a ser siempre obedientes a ti para no entorpecer tus promesas.

Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Humberto Lambis C. dijo...

Muchos desean recibir las bendiciones de Dios abundante y sobreabundante; pero lamentablemente muchos no quieren pagar el precio que Dios exige: creer y obedecer al Señor.

Dora C. dijo...

Gracias por el comentario Humberto. Grandes bendiciones en este 2015.