Honra a tu padre y a tu madre –que es el primer mandamiento con promesa– para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra.Efesios 6:2.
Lectura diaria: Efesios
6:1-9. Versículo principal: Efesios 6:2.
REFLEXIÓN
Siendo la Biblia el Manual por
excelencia para la vida, no podía dejar por fuera los deberes para
desarrollarnos en una sociedad y convivir en armonía y paz. Dios tiene muy en cuenta la primera sociedad
que es la familia porque sabe cuánto se desprende de esta y que si falla,
tambalea o cae, no solamente se lleva por delante a la persona afectada sino a
todo un núcleo. Desde el tiempo de la Ley
Mosaica (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16), Dios tuvo en cuenta a los padres y
fue muy claro al impartir la orden: “Honra a tu padre y a tu madre” no es
solamente a “padre” o exclusivamente a “madre”, es por igual, tanto al uno como
al otro. Tampoco Dios dejó objeción alguna;
no dijo: “si tu madre hace las cosas bien” o “tu padre cumple con sus
obligaciones como tal”. No; dio una
orden porque es una orden: “honra” sin límites ni tropiezos, simplemente “honra”. Esa honra lleva muchos atributos encima:
amar, velar, gratificar, sosegar, satisfacer, remunerar, recompensar, etc.
Infortunadamente ahora hay muy
poco de respeto, ternura y agradecimiento hacia los padres. Cada día se van perdiendo más esos afectos
filiales y muchos padres después de haber terminado su misión se encuentran
confinados a un mal llamado “ancianato” o con nombre más refinado como “Casa-hogar”,
donde se dejan allí a los ancianos solamente con el ánimo de quitarse una carga
de encima. Claro, no en todos los casos
sucede esto; pero si hay que decir que muchos hijos buscan estos albergues no
con el fin de solucionar el problema de su soledad sino como el modo más fácil
de deshacerse de ellos. No digo que estos hogares no sean benéficos; haciendo
las cosas como deben ser si ayudan a aliviar a los hijos ya que por múltiples
motivos les puede ser difícil la convivencia al lado de sus progenitores. Lo importante no es que los lleven o no los
lleven, sino que estén pendientes de ellos, proveyéndoles no solo de lo
material, sino de lo moral y espiritual también. Muchos ancianitos de estos mueren penosamente
sin haber vuelto a recibir una sonrisa o abrazo de sus hijos ingratos que los
han dejado abandonados. “Pero si una viuda tiene hijos o nietos, que éstos
aprendan primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia y
correspondan así a sus padres y abuelos, porque eso agrada a Dios” (1 Timoteo
5:4)
La Biblia es muy clara en este
aspecto y Dios no se queda con nada guardado; si se hace correctamente hay una
promesa: “para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra”. Hay muchísimos ejemplos y testimonios al
respecto. Las personas que conozco y han
sido diligentes con sus padres, Dios las provee y bendice de una manera muy especial.
Que sea un propósito el no olvidar
a los ancianos padres haciendo las cosas como Dios lo demanda; sabiendo que
ellos nos cuidaron y protegieron cundo éramos indefensos y que ahora es el
tiempo de devolverles con gratitud y amor sus angustias y desvelos, porque
también se convierten en eso: dependientes e indefensos.
Señor: gracias por el padre y la
madre que nos diste. Te pedimos por
ellos para que a pesar de las distancias quizá, se sientan acompañados y
respaldados por sus hijos. Enseña a los
hijos a obrar verdaderamente con ellos como es tu deseo.
Un abrazo y bendiciones.
2 comentarios:
Hermoso testimonio, bendigo tu vida y que Dios todopoderoso te siga dando dones y cumpla Su propósito en ti Dios te bendiga hermana!!
No había tenido la oportunidad de darte las gracias por tu comentario. La gloria sea para nuestro Amado Señor. Bendiciones para ti.
Publicar un comentario