No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.Filipenses 3:12.
Lectura diaria: Filipenses 3:1-21. Versículo principal: Filipenses 3:12.
REFLEXIÓN
Nadie puede decir mientras
vivamos en este cuerpo que hemos alcanzado la perfección. Simplemente vamos andando de un lado para el
otro, cogidos de la mano del Señor porque los tropiezos son muchos; lo
importante es tener la mirada puesta en Él quien es nuestro Salvador y Redentor
con la esperanza de lograr el premio mayor al llegar a la meta deseada (v. 14). Y así no lo hayamos conseguido totalmente, no
desmayar; cada día es un continuo aprender: “En todo caso, vivamos de acuerdo
con lo que ya hemos alcanzado” (v. 16).
Si ya conocemos su Palabra, sus mandatos, y a Cristo Jesús, pues
llevemos a cabo la tarea con el conocimiento adquirido y de la mejor manera. En
la vida se lucha por conseguir diferentes logros y eso está bien, pues al
conseguirlos hay plena satisfacción del anhelo cumplido. Sin embargo, el mejor logro recibido es el conocimiento de
Cristo (v. 8), quien con su Santo Espíritu cada día va actuando en nuestras
vidas e instruyéndonos para seguir por el camino correcto hasta el día en que
nos encontremos con el Señor y veamos su gloria. Al lado de esto, todo lo demás no es que no
tenga valor alguno, es que el misterio de la salvación lo opaca.
Muy seguramente no estamos
pisando lechos de rosas; no importa, no demos marcha atrás, continuemos: “Pelea
la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y
por la cual hiciste aquella declaración de fe delante de muchos testigos” (1 Timoteo
6:12). Tenemos lo más preciado que un ser humano
pueda anhelar: la vida eterna; entonces, comportémonos como verdaderos
ciudadanos del cielo sabiendo que al final nos espera una gran recompensa y que
esa salvación tan grande ya nadie nos la puede arrebatar. A pesar de la imperfección, Dios nos ama
incondicionalmente.
Señor Jesús: gracias porque
conocerte y tenerte como nuestro Salvador personal es lo mejor que nos ha
pasado. No somos perfectos, pero gracias porque te glorificas en nuestras
imperfecciones. Queremos solamente
continuar cogidos de tu mano sabiendo que en las batallas siempre estás presente
para sacarnos vencedores.
Un abrazo y bendiciones.
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