lunes, 25 de junio de 2012

A pesar de la imperfección


No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto.  Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.  
 Filipenses 3:12.

Lectura diaria: Filipenses 3:1-21.  Versículo principal: Filipenses 3:12.

REFLEXIÓN

Nadie puede decir mientras vivamos en este cuerpo que hemos alcanzado la perfección.  Simplemente vamos andando de un lado para el otro, cogidos de la mano del Señor porque los tropiezos son muchos; lo importante es tener la mirada puesta en Él quien es nuestro Salvador y Redentor con la esperanza de lograr el premio mayor al llegar a la meta deseada (v. 14).  Y así no lo hayamos conseguido totalmente, no desmayar; cada día es un continuo aprender: “En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado” (v. 16).  Si ya conocemos su Palabra, sus mandatos, y a Cristo Jesús, pues llevemos a cabo la tarea con el conocimiento adquirido y de la mejor manera. En la vida se lucha por conseguir diferentes logros y eso está bien, pues al conseguirlos hay plena satisfacción del anhelo cumplido.  Sin embargo, el  mejor logro recibido es el conocimiento de Cristo (v. 8), quien con su Santo Espíritu cada día va actuando en nuestras vidas e instruyéndonos para seguir por el camino correcto hasta el día en que nos encontremos con el Señor y veamos su gloria.  Al lado de esto, todo lo demás no es que no tenga valor alguno, es que el misterio de la salvación lo opaca.  
Muy seguramente no estamos pisando lechos de rosas; no importa, no demos marcha atrás, continuemos: “Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella declaración de fe delante de muchos testigos” (1 Timoteo 6:12).   Tenemos lo más preciado que un ser humano pueda anhelar: la vida eterna; entonces, comportémonos como verdaderos ciudadanos del cielo sabiendo que al final nos espera una gran recompensa y que esa salvación tan grande ya nadie nos la puede arrebatar.  A pesar de la imperfección, Dios nos ama incondicionalmente.

Señor Jesús: gracias porque conocerte y tenerte como nuestro Salvador personal es lo mejor que nos ha pasado. No somos perfectos, pero gracias porque te glorificas en nuestras imperfecciones.  Queremos solamente continuar cogidos de tu mano sabiendo que en las batallas siempre estás presente para sacarnos vencedores.

Un abrazo y bendiciones.

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