El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo.1 Samuel 17:37.
Lectura diaria: 1 Samuel 17:1-55. Versículo principal: 1 Samuel 17:37.
REFLEXIÓN
En nuestro diario vivir nos
encontramos con diferentes enemigos y resultamos creyendo que los anteriores
fueron menos fuertes que el que estamos enfrentando. Quizá nuestros leones han sido enfermedades o
crisis emocionales; los osos, partidas de seres queridos o crisis
financieras. Llega el enemigo gigante y
pensamos que a “ese” ¿cómo le vamos a afrontar?
Qué rápido se nos olvida que si el Señor pudo sacarnos de las garras del
león y del oso, también puede hacerlo ante el gigante que se nos presenta
ahora: “El Señor que me libró de las garras del león y del oso, también me
librará del poder de este filisteo” (v.
37).
Nos toca entonces, es proveernos
de toda la armadura espiritual que Dios nos dejó para resistir en estos casos: “Pónganse
toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del
diablo” (Efesios 6:11), y combatir en el nombre del Señor.
Personalmente considero que esa
armadura no es solamente para casos especiales; si queremos estar siempre
listos para la batalla, debe ser esto, nuestro modo de vida diario; ¿para que?
como nos dice ahí en Efesios: “para que cuando llegue el día malo puedan resistir
hasta el fin con firmeza” (Efesios 6:13b).
Hay que vestirnos con el cinturón de la verdad; la coraza de justicia y el
calzado para proclamar el evangelio. Hay que también tomar el escudo de la fe;
el casco de la salvación; la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios y la
oración en el Espíritu; no de vez en cuando, sino siempre (Efesios 6:13-18).
Si el Señor nos advierte que “para
cuando llegue el día malo”, es porque de antemano sabe que en este mundo lo que
tendremos serán enemigos (Juan 16:33), que se levantarán de una u otra manera
para alejarnos de Él y hacernos desistir de su Palabra. La única manera de salir avante y resistir sin
desmayar hasta el fin es la descrita anteriormente.
Tenemos que retar al enemigo
igual que lo hizo David frente a Goliat: “Tú vienes hacia mí con espada, lanza
y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso” (v. 45 en
la lectura). Ese gigante trae mentiras,
enredos, discordias, envidias, estrés, enfermedad, crisis, depresión, etc.;
pero nosotros tenemos al más Poderoso, al Guerrero invisible que lucha y nos
saca avante porque para Él no existen ni fieras ni gigantes que le puedan desafiar:
“¡pero anímense! Yo he vencido al mundo”
(Juan 16:33).
Amado Señor: Gracias porque Tú
siempre estás ahí, listo para combatir al lado nuestro. Ábrenos los ojos espirituales para que veamos
las maravillas que haces en favor nuestro.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario