martes, 12 de junio de 2012

Caerán lluvias de bendición


Haré que ellas (sus ovejas) y los alrededores de mi colina sean una fuente de bendición.  Haré caer lluvias de bendición en el tiempo oportuno.  
 Ezequiel 34:26. Paréntesis mío.

Lectura diaria: Ezequiel 34:1-31.  Versículo principal: Ezequiel 34:26.

REFLEXIÓN

Hermosa la promesa que nos da el Señor en este pasaje.  Somos sus ovejas amadas y está muy preocupado porque los pastores no han cuidado de ellas como deberían hacerlo (vv. 2-10).  Pero no solamente nos habla de nosotros como su rebaño, sino que también nos asegura que David su siervo las apacentará y será su único pastor.  Como profecía se cumple más tarde cuando llega el Señor Jesús a la tierra quien es del linaje de David, por eso dice el versículo 24: “Yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David será su príncipe.  Yo el Señor lo he dicho”.  Recordemos que ya en el Nuevo Testamento, el Señor Jesús es el buen Pastor.  Él llama a cada una por su nombre y va adelante guiándolas por el camino exacto.  Él da su vida misma por sus ovejas y las conoce perfectamente (Juan 10:1-15).  Además nos aclara lo ya dicho en Ezequiel: “Mi Padre que me las ha dado, es más grande que todos, y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. El Padre y yo somos uno” (Juan 10:29-30).
Este buen Pastor, el prometido por Dios, es el mismo en quien hemos creído los cristianos y a quien le hemos entregado nuestra vida.  Vida que con todos sus atafagos, alegrías y dificultades está en sus manos.  Nuevamente vemos que Dios es fiel a sus promesas y que como nos dice el verso del día, “haré caer lluvias de bendición en el tiempo oportuno”.  Son promesas para ti y para mí.  Promesas que no dejarán de cumplirse porque somos su rebaño pequeño, su rebaño amado.  El rebaño que Él mismo apacienta y cuida.  El Pastor por excelencia sabe en qué momentos estamos cansados, agotados, sedientos y nos dirige hacia verdes prados a reposar.  Es el Pastor que ya no va a seguir dejando que vengan los devoradores y seamos presa de sus garras.  Este es el buen Pastor que derramará también a su tiempo las lluvias de bendición prometidas. 
Confiemos en su Palabra; no miremos con los ojos del mundo los aconteceres diarios.  Olvidemos y dejemos atrás todo aquello que nos hace daño y que el enemigo ha querido interponer creyendo que nos puede arrebatar de las manos de nuestro Gran Pastor y Señor Jesucristo.  Sigamos adelante con la cabeza bien en alto como ovejas obedientes que descansan en el regazo de su Pastor, mientras empiezan a brotar las lluvias prometidas.

Señor Jesús: Gracias por tenernos como tu rebaño predilecto.  No queremos salir nunca de tu redil.  Permite que allí en el aprisco, al lado tuyo, encontremos verdes pastos no solamente para descansar sino para calmar la sed que nos produce el ataque del enemigo.  Esperamos ansiosos el tiempo oportuno que nos tienes deparado confiando en tu bendita Palabra.

Un abrazo y bendiciones.      

No hay comentarios: