Miren, yo les he enseñado los preceptos y las normas que me ordenó el Señor mi Dios, para que ustedes los pongan en práctica en la tierra de la que ahora van a tomar posesión. Deuteronomio 4:5.
Lectura diaria: Deuteronomio
4:1-31. Versículo principal:
Deuteronomio 4:5.
REFLEXIÓN
Dios les dejó a los israelitas
por medio de Moisés unos mandatos para que los obedecieran y los pusieran por
práctica. Lo mismo sucede con el pueblo de Dios que somos nosotros. Tenemos a disposición el mejor manual de
comportamiento humano que es la Biblia. Cuando
recibimos al Señor, el Espíritu Santo se encarga de instruirnos y enseñarnos
todas las verdades que se encuentran en su Palabra, para que vayamos creciendo
en la vida espiritual igual que lo hace todo ser al iniciar su vida. Tenemos que alimentarnos espiritualmente e ir creciendo hasta
fortalecernos y estar listos. Todas esas normas y preceptos son los que Dios
quiere que acatemos continuamente en nuestro diario vivir: “Obedézcanlos y
pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las
naciones” (v. 6).
Tampoco se nos puede olvidar de dónde nos rescató el
Señor y las maravillas que hace continuamente con nosotros: “¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que
han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos” (v.
9). No solamente tenemos que recordarlas
sino dejarlas bien grabadas en las mentes de quienes nos siguen; que ellos
sepan también, en quién hemos creído.
Que entiendan que nuestro Dios a quien seguimos es el más grande,
amoroso, misericordioso y poderoso Dios.
Que se concienticen que el único Señor y Salvador del universo se llama
Jesucristo y que su fuente inagotable de amor jamás se extingue.
Estas verdades hay que enseñarlas
a nuestros hijos constantemente para que el mundo no los atrape en sus mentiras
y busquen otros dioses por fuera: “No se fabriquen ídolos de ninguna figura que
el Señor su Dios les haya prohibido, porque el Señor su Dios es fuego
consumidor y Dios celoso” (vv. 23-24).
No solamente son dioses los de figuras hechas con arcilla o metal;
también el corazón se puede desviar y tener como ídolo a los padres, hijos,
trabajo, casa, carro. Todo lo que ocupe
el primer lugar y se anteponga a Dios ya es idolatría, y tenemos que ser drásticos
en meter en la cabeza de ellos que esta es la peor abominación para el Señor.
Propongámonos a llevar una vida
recta y a practicar minuto a minuto la obediencia hacia Dios.
Padre: Te damos gracias por ser
tus hijos y guiarnos en tu verdad. No
solamente te pedimos que cada día permitas que nuestro corazón se disponga a
obedecerte, sino que tu Palabra sea el mejor regalo dejado a nuestras
generaciones venideras.
Un abrazo y bendiciones.
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