jueves, 28 de junio de 2012

Posesión preciosa


Hoy mismo el Señor ha declarado que eres su pueblo, su posesión preciosa, tal como lo prometió.   
 
Deuteronomio 26:18.

Lectura diaria: Deuteronomio 26:1-19.  Versículo principal: Deuteronomio 26:18.

REFLEXIÓN

Si en realidad fuéramos conscientes de dónde somos y a quien pertenecemos muy seguramente seríamos más positivos.  Los hijos de un rey aquí en la tierra se dan a conocer fácilmente no solo por su alcurnia sino por sus nombres.  Figuran en los principales diarios y revistas porque el solo hecho de ser figura real, ya los hace noticia.  Nosotros, somos muchísimo más valiosos que todos ellos, porque no somos hijos de un rey mortal sino del más grande de todos: el Rey de reyes y Señor de señores.  Sin embargo, vivimos cabizbajos y entristecidos; no nos hacemos valer como lo que somos: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a la luz admirable” (1 Pedro 2:9).  Así como está escrito: para proclamar las obras maravillosas que el Señor nos hace continuamente.  Del mismo modo que los príncipes del mundo se hacen notar por sus obras en general benéficas, nosotros también debemos poner muy en alto el nombre de nuestro Dios, ya que este es Nombre sobre todo nombre; el más sublime y excelso de todos los que existen; el nombre del Señor Jesucristo: “Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien” (Tito 2:14).  Su pueblo, su posesión preciosa está destinado a hacer el bien en todo momento (Gálatas 6:9).  Es el mejor testimonio que podemos dar como hijos del Rey.  Por los frutos nos conocerán y seremos en verdad sus discípulos, los embajadores de la nación santa.
Tenemos que aprender a levantarnos y que el mundo entero sepa quienes somos; no seguir en el anonimato como si lo hecho por nuestro Señor en la cruz del Calvario no hubiese valido lo suficiente para que Dios nos tomara como sus hijos, posesión suya, linaje escogido que ya nadie puede arrebatar.  Es hora de que el pueblo cristiano se manifieste y haga más presencia en los diferentes estamentos gubernamentales para decir: “presente”. Y si no es a nivel del gobierno, hacerlo en el rol que desempeñemos, pero que todos sepan que los hijos del Rey, marcan la diferencia.

Amado Señor: Te damos gracias porque por tu bendita misericordia y amor nos haz hecho partícipes de un reino inconmovible: el celestial.  Enséñanos a movernos aquí en la tierra como embajadores de ese reino de modo que todos se enteren quien eres Tú en verdad.

Un abrazo y bendiciones.

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