miércoles, 29 de febrero de 2012

El anhelo por mi Colombia

Ya no se sabrá de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras, sino que llamarás a tus muros “Salvación”, y a tus puertas “Alabanza”.
Isaías 60:18.


Lectura diaria: Isaías 60:1-22. Versículo principal: Isaías 60:18.


REFLEXIÓN


Entendidos de la Biblia incluso sin ser colombianos han profetizado que Colombia será una gran nación; que será como la tierra deseada por muchos. Se compara también con Israel porque brotarán la leche y la miel de sus entrañas sin dificultad alguna. Yo personalmente creo que así será y sueño con ello. Geográficamente, este país si tiene una situación estratégica que le abre muchas puertas a un futuro promisorio; más si se tiene en cuenta su riqueza hídrica, de hidrocarburos aún no explotados y minerales. Eso sin contar que gozamos de los tres climas a lo largo y ancho de nuestro territorio.

La Palabra de Dios nos enseña que: “allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Ro. 5:20). Por ahora somos la “oveja perdida” del mundo; somos tildados y señalados en todo el planeta por el narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares e incluso por las mismas fuerzas armadas, y ¿qué no decir de los políticos corruptos? Para nadie se escapan todos estos defectos de nuestra nación. Sin embargo, el Dios Altísimo ha mirado con buenos ojos esta tierra y ya somos muchos los que confiamos y creemos en su Nombre. Cuando Israel volvió a ser nación en la década de los cuarenta, nadie hasta entonces, daba un peso por ello; pero Dios en sus planes la tenía presente porque así no lo quiera el mundo y sus gobernantes, Israel seguirá siendo el pueblo escogido por Dios. De igual manera, muchos no darán en su credibilidad ni un céntimo por Colombia; pero si el Señor lo permite, y el evangelio sigue llegando a todo rincón y estamento, podemos cantar victoria.

Sí. ¡Colombia, patria mía! “¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!” (vv. 1-2). “El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido” (Is. 9:2). Nuestra patria está viendo una nueva luz; ¡hay victoria sobre la oscuridad!

Si queremos que muy pronto seamos la tierra deseada, no podemos parar: debemos continuar arduamente para que se siga propagando el mensaje de las “Buenas Nuevas” y no tarde el día en que gozosos cantemos el “¡Oh gloria inmarcesible! ¡Oh jubilo inmortal! En surcos de dolores, el bien germina ya”. Esta es la Colombia anhelada por todos.


Señor: que tu pueblo sea consciente de humillarse ante ti, para que esta tierra sea restaurada para la gloria y honra tuya.

Un abrazo y bendiciones.

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