martes, 14 de febrero de 2012

Planes de bienestar

Por eso Dios me envió delante de ustedes para salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegurarles descendencia sobre la tierra.
Génesis 45:7.


Lectura diaria: Génesis 45:1-28. Versículo principal: Génesis 45:7.


REFLEXIÓN


Se termina el sufrimiento de José; permite que sus hermanos le reconozcan y se den cuenta que es el gobernador de Egipto. El faraón por su parte al saber también la noticia sobre los hermanos de José, ordena que lleven carros para trasladar a su padre, a sus hijos y mujeres sin preocuparse por lo que dejen, pues allá lo tendrán todo en abundancia. Este es el relato del que habla parte del capítulo. Dios utilizó a José para llevar planes de bienestar a toda su familia: “Pero ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas” (v. 5).

En José se cumplen exactamente las promesas de Dios para sus hijos: “Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas, haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre” (Is. 45:2-3). Debemos tomar como base el ejemplo de José para alentarnos y no desmayar ante las pruebas que parecen imposibles de sostener. Dios mientras tanto está actuando; no se queda quieto. Está presente “para abrir a su paso las puertas y dejar abiertas las entradas” (Isaías 45:1b). Estoy plenamente convencida de ello y puedo dar testimonio de que así es. La puerta que el Señor abre, nadie la puede cerrar; su voluntad se cumple, aunque no lo entendamos en el momento de la adversidad.

Recordemos que si no existiesen las aflicciones y angustias, muy seguramente no tendríamos cómo exaltar el nombre del Señor. Es en ellas precisamente, donde su grandeza se deja notar de manera que todos puedan apreciar y glorificar a quien es, nuestro Dios y Señor: “para que sepan de oriente a occidente que no hay ningún otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay ningún otro” (Is. 45:6). No necesitamos llamarnos José, ni Pedro ni Juan: “Te llamo por tu nombre, y te confiero un título de honor, aunque tú no me conoces” (Is. 45: 4b); lo cierto es que el Señor actuará en cada uno, trayéndonos planes de bienestar.


Gracias Señor porque en momentos de tristeza y desolación, es cuando en realidad te vemos y tenemos más cerca. Gracias porque tu sabes exactamente por dónde nos diriges.


Un abrazo y bendiciones.

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