viernes, 3 de febrero de 2012

Multiplicación de los panes

Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a sus discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos.
Marcos 6:41.

Lectura diaria: Marcos 6:30-44. Versículo principal: Marcos 6:41.

REFLEXIÓN

Creo que el pasaje es bien conocido. En realidad el Señor Jesús durante su vida pública realizó muchos milagros y este es uno de ellos. Hoy no quiero hacer énfasis en el milagro del Señor como tal, sino recordar que a nosotros también nos dio el poder de realizar proezas: “Ciertamente les aseguro que el que cree en mi las obras que yo hago también él las hará, y aún las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre” (Jn. 14:12).
Puedo dar testimonio al respecto de la multiplicación de los panes porque en ocasiones al estar haciendo un almuerzo o cena le he pedido al Señor que me aumente lo preparado por una u otra razón y así ha sucedido. Este devocional tiene el propósito de exaltar al Señor en todos los detalles. Quizá podemos pensar que hacemos las cosas por nuestras propias fuerzas, por ejemplo: “Es que repartí muy bien” o “tal o cual no come tanto”; y nos olvidamos que quien está en medio es el Señor Todopoderoso, obrando a favor de sus hijos. Viene a mi memoria otro momento que me produjo una alegría indescriptible y afianzó mi fe en el Señor: fue una mañana; antes de levantarme me acordé que no había ningún huevo en la alacena y la niña saldría muy temprano para el colegio. Yo le dije: “Señor, necesito un huevo, solamente te pido uno” me levanté a prepararle el desayuno y al abrir el sitio de los huevos había exactamente uno, el que yo le había pedido. Seguro que si mi fe hubiera sido mayor hubiese encontrado más. Yo solo me contenté con uno y fue lo que el Señor me respondió. Les comparto estos testimonios porque tenemos la tendencia a creer que lo pequeño no tiene sentido y Dios se enaltece aún en lo más sencillo, así sea solamente con el propósito de consentirnos como sus hijos que somos. Nos queda ser agradecidos y enaltecer su nombre.

Señor Jesús: Gracias por permitirnos ver tu mano aún en los detalles cotidianos. ¡Toda la gloria es para ti!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: