domingo, 12 de febrero de 2012

El único Salvador

Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador.
Isaías 43:3.


Lectura diaria: Isaías 43:1-13. Versículo principal: Isaías 43:3.


REFLEXIÓN


Dios hecho hombre, el Verbo encarnado, por el que fueron creadas todas las cosas; la vida y la luz que resplandece en medio de tinieblas (Jn. 1:1-5), es el único y verdadero Salvador; su nombre: Jesucristo. Él es quien ahora nos llama por su divina voluntad para: “que me conozcan y crean en mí, y entiendan que yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador” (v. 10b-11). Es el Señor quien nos manda olvidar las cosas antiguas y empezar a vivir algo nuevo con Él abriéndonos un camino en el desierto y mandándonos ríos en lugares desolados (vv. 18-19). En el desierto de todo aquel que sufre por diferentes circunstancias, o del que teniéndolo todo, siente que no tiene nada porque algo le falta.

El Señor Jesús, el único capaz de llenar ese vacío espiritual del hombre, quien viene a borrar todas las transgresiones y pecados para darnos un futuro promisorio sin merecerlo, “Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra” (v. 4b). Cristo Jesús, el que sacia toda sed porque todo el que llega a sus píes y bebe de su agua, no volverá a tener sed jamás (Jn. 4:14).

Este Salvador anunciado por el profeta Isaías, es la luz del mundo y a todos cuantos lo reciban, a los que crean en su Nombre, les da el derecho de ser hijos de Dios (Jn. 1:12). Jesús de Nazaret, el Salvador del mundo te hace la invitación: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3:20). Fuera de Él no hay otro que pueda salvarnos y ésta es la palabra de fe: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (Ro. 10:9-10). A todos los que no le conocen como Salvador, les instigo a que lo hagan en este momento con sus propias palabras; les aseguro que ganarán mucho y Él jamás los defraudará.


Gracias Señor por todas las personas que leen este devocional y que a través de él han llegado a ti. Permite que cada una de ellas sea llena de la plenitud y del conocimiento tuyo.


Un abrazo y bendiciones.

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