miércoles, 1 de febrero de 2012

La importancia de confesar los pecados

Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: <>, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.
Salmo 32:5.

Lectura diaria: Salmo 32:1-11. Versículo principal: Salmo 32:5.

REFLEXIÓN

Dice la Biblia que la persona que encubre su pecado no prosperará (Pr. 28:13) y que el no confesar puede ser motivo de enfermedad: “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (vv. 3-4). Muchas veces cuando hay enfermedad y adversidad se le pregunta al afectado sobre si tiene algún pecado encubierto porque esto es causa de dichos males y para él, puede pasar inadvertido el hecho. El Señor desea que para no perder la comunión con Él, tan pronto como nos demos cuenta que hemos fallado, inmediatamente recapacitemos y pidamos perdón. Es tanta su misericordia hacia nosotros que Él mismo nos llama a dialogar sobre esto: “Vengan, pongamos las cosas en claro –dice el Señor–. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!” (Is. 1:18).
Hay que aprender a lavarnos espiritualmente no solo a diario, si es necesario incluso, minuto a minuto para quedar nuevamente limpios y poder continuar con trajes relucientes: “Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropa espléndida” (Zac. 3:4). La única manera de proseguir es entendiendo la llave de la confesión: Yo confieso y el Señor me perdona; tengo ropa sucia y el Señor me coloca vestidos finos. Descargo la culpa y quedo liviano.
Como reflexión aprendamos a no ocultarle al Señor ningún pecado; practiquemos lo que dice Juan en su carta: “Si confesamos nuestros pecados, Dios que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Jn. 1:9). Si hay algo revitalizador y gratificante para el ser, es sentirse bañado y limpio en su cuerpo. De igual manera sucede en el área espiritual; el confesar deja un aliento nuevo y se quita un gran peso de encima, que de hecho ya tiene al alma cansada.

Señor: Gracias por darnos la comunicación directa contigo y estar atento a recibir nuestras transgresiones y rebeliones para perdonarnos y continuar.

Un abrazo y bendiciones.

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