martes, 28 de junio de 2011

Vivimos en libertad

Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: No tomes en tus manos, no pruebes, no toques?

Colosenses 2:20-21.


Lectura diaria: Colosenses 2:6-23. Versículos para destacar: Colosenses 2:20-21.


ENSEÑANZA


El apóstol Pablo nos llama a no dejarnos llevar por reglas impuestas por humanos sino de acuerdo a los principios cristianos (vv. 6-8). Si Cristo ya nos perdonó los pecados y anuló toda deuda pendiente en la cruz, nadie tiene que venir a juzgarnos sobre nuestro proceder. No solamente pensemos en lo referente a bebidas y comidas; también en cuanto al vestido y arreglo personal que es tan usual criticar. En muchas congregaciones se tilda a la mujer porque usa pantalón, por el cabello corto, porque se maquilla o lleva adornos, etc. El Señor le dijo directamente a los fariseos y doctores de la ley lo siguiente: “–¡Ay de ustedes también, expertos en la ley! Abruman a los demás con cargas que apenas pueden soportar, pero ustedes mismos no levantan ni un dedo para ayudarlos” (Lc. 11:46). El Señor Jesucristo vino a darnos libertad (Jn.8:32), y estos principios y reglas, dice la Biblia que van a desaparecer con el uso. Son impuestas con falsa sabiduría y piedad engañosa pero que de nada sirven frente a los apetitos de la carne (v. 23). Lo de fondo, lo de verdad, lo radical, lo que en verdad está en el corazón, es lo que cuenta. Somos llamados a ser libres, sin valernos de esa libertad para pecar (Gál. 5:13).

Aprendamos a no señalar con el dedo a nadie por costumbres o hábitos que practiquen, porque de pronto sin querer nos volvemos piedra de tropiezo para ellos.

Si tu deseo es gozar de esa libertad en Cristo, te invito a dejarlo entrar en tu vida. Lo puedes hacer a través de una oración como ésta:


Señor Jesucristo: Yo te necesito y te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Hazme la persona que quieres que yo sea, perdona mis pecados y dame la libertad que solamente contigo puedo obtener. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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