jueves, 9 de junio de 2011

No deben importar las aflicciones

Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.
2 Corintios 12:9.


Lectura diaria: 2 Corintios 12:1-10. Versículo para destacar: 2 Corintios 12:9.


ENSEÑANZA


A veces no entendemos el porqué el Señor permite que pasemos desiertos llenos de sufrimiento y congoja; aquí en la lectura del día, se nos confirma que lo hace para perfeccionarnos. Es verdad. No podemos ver la gloria del Señor si no fuera por las muchas dificultades por las que tenemos que pasar. Cuando el Señor empieza a trabajar en nosotros va ocurriendo un proceso de disciplina que no es fácil entender. Sin embargo, sucede como con la ostra y la perla; la ostra, en la parte interna posee una sustancia lustrosa llamada nácar; cuando un granito de arena logra colarse, el nácar va trabajando y envolviendo poco a poco ese granito, hasta convertirlo en una hermosa perla. Esa partícula de arenita que se introduce causa dolor y para nada es deseable a la ostra. Una ostra que no fue herida no puede producir perlas; La perla, en sí, es una herida cicatrizada. El ejemplo es claro: ostras con un potencial enorme en las manos de Dios. Él y solamente Él, puede ir perfeccionando en nosotros la obra que comenzó y duele (no poco sino mucho), para que después no solamente reflejemos su poder y gloria sino que seamos también hermosas perlas cultivadas con su mano divina, así nos haya costado. Terminando, es mi deseo que podamos decir como Pablo: “Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo” (v. 9b). Nada de lo que nos pase puede quitar el don más preciado: la gracia del Señor y con ésta, podemos sobrellevar cualquier aflicción.

¿Quieres dejarte pulir por el Señor? En verdad no es fácil, pero ¡sí que vale la pena! Si es tu deseo podemos orarle así:


Amado Jesús: Sé que soy pecador y te necesito. Ven a mi vida y toma el control de ella. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo; por perdonarme e irme limando hasta completar tu obra en mí. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí duele la transformación

Dora C. dijo...

Gracias por tu comentario. Sí duelen y muchísimo. Nuestra confianza es saber que en medio de las aflicciones está nuestro bendito Señor.
Bendiciones.