martes, 21 de junio de 2011

El amor conyugal

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa.
Efesios 5:25-26a


Lectura diaria: Efesios 5:21-33. Versículo para destacar: Efesios 5:25-26a


ENSEÑANZA


Yo diría que si bien es cierto que la esposa según se dice es la generadora de un hogar, al hombre por la misión y el lugar que Dios le ha encargado dentro del matrimonio es el artífice de esa relación. La pareja que se casa y más conociendo del Señor, desde un comienzo debe estar consciente de lo que Dios les demanda en esa unión. Es claro que por amor la esposa debe someterse al esposo; un sometimiento basado estrictamente sobre parámetros cristianos, no es el sometimiento que sale de un corazón egocentrista y despiadado, creyéndose el hombre con autoridad suficiente para pasar por encima de su dignidad, atropellándola y subyugándola con golpes e insultos. Al contrario si la mayor responsabilidad recae en el marido, éste debe ser el canalizador del amor en su totalidad. O sea, tiene la obligación de “hacerla santa”. Igualmente que Cristo lo hace por su Iglesia, sin reparar en errores y faltas porque “Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable” (v. 26b-27). Sigue diciendo el pasaje, que quien ama a su esposa, ama su propio cuerpo y por consiguiente lo alimenta y cuida (v. 29).

Hombres, por favor amen a sus esposas imitando el amor de Cristo por su Iglesia, al punto de entregarse por ella. Entiendan de una vez por todas que ustedes son la cabeza y por consiguiente los llamados a sostener esa relación en los términos más apacibles, bondadosos y rectos. No permitan que nada ni nadie les robe ese privilegio tan grande que Dios ha depositado en ustedes. Traten a sus esposas como vaso frágil, dando honor a ellas, con la delicadeza y ternura que ella demanda (1 P. 3:7 R.V.). Para los dos, en situaciones difíciles, hay que recordar que “el amor cubre todas las faltas” (Pr. 10:12b).


Jesús quiere que tú seas miembro de su amada novia: la Iglesia. ¿Aceptas su invitación? Te puedo sugerir una oración como esta, si es tu deseo:


Señor Jesucristo: Yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi Señor y Salvador personal; toma el control del trono que hasta ahora mi ego ha ocupado y perdona mis pecados. Lléname de tu amor para que hagas de mí, la persona de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por venir a morar conmigo y perdonarme y limpiarme completamente. Amén.


Un abrazo y bendiciones.


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