miércoles, 1 de junio de 2011

Pesa más el desgaste interior que el exterior

Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día a día.
2 Corintios 4:16.


Lectura diaria: 2 Corintios 4:1-18. Versículo para destacar: 2 Corintios 4:16.


ENSEÑANZA


Viendo un programa de concurso que se pasa en mi país, ante la pregunta de la presentadora a uno de sus integrantes sobre qué pesaba más en una competencia, si la fuerza o la mente; contestó el interrogado, que la mente jugaba un papel muy importante. Así es. El apóstol Pablo nos enseña que no importa cuán desgastados estemos por fuera porque por dentro nos renovamos diariamente. Recapacito entonces, sobre mi padre quien a pesar de estar en una cama y con un diagnóstico terminal, aún tiene el garbo para decir uno que otro chiste y es más, antes de partir para el llano, el viernes pasado, tuvo valor para declamarnos una poesía de su propia inspiración. Todas estas circunstancias me hacen reflexionar sobre la lectura del día que nos dice que no importa cuánto nos vayamos desgastando por dentro ya que la esperanza de la gloria eterna es superior a todos los sufrimientos que podamos padecer en este mundo (vv. 16-17). Esta esperanza es la que reflejaremos y sacaremos a flote en tiempos de aflicción. El corazón siempre tiene que estar sonriente. Al fin de cuentas es más indispensable el ánimo y el coraje que la misma fuerza.

Como conclusión y en definitiva, lo que podemos hacer es vivir el momento de la mejor manera, sin importar las vicisitudes de la vida, sabiendo que: “Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados pero no destruidos” (vv. 8-9). Y que por más años que se tengan encima, no hay que dejar perder la juventud del corazón, la del interior, porque éste es el principal motor de nuestra grandeza.


Te invito a abrirle la puerta de tu vida a Jesús, solamente con Él puedes experimentar la paz y fortaleza que el mundo nos esquiva. Podemos orar así:


Amado Jesús: Yo te necesito y te acepto en mi corazón como Señor y Salvador personal. Entra en mi vida y perdona todos mis pecados. Hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por perdonarme y limpiarme; y por venir a morar conmigo llenándome de todo tu amor y fortaleza. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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