viernes, 3 de junio de 2011

No aceptes lo absurdo de lo absurdo

Realmente, todo es absurdo; ¡es correr tras el viento!
Eclesiastés 2:17b.


Lectura diaria: Eclesiastés 2:12-27. Versículo para destacar: Eclesiastés 2:22.


ENSEÑANZA


Salomón, el más sabio de los sabios nos deja sus enseñanzas como reflexión para nuestra vida. Él, que gozó no solamente de sabiduría, sino de riqueza, poder y gloria, llegó a la conclusión que todo lo que hagamos en esta vida no es más que un absurdo. El versículo 22 dice lo siguiente: “Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol? La preocupación no deja sino cansancio y por más que nos esforcemos no podemos siquiera agregar un solo cabello a la cabeza; además, quizá tanto trabajo puede llegar a no ser valorado por quienes lo hereden (v. 21), y como no hay entierro con trasteo, por muchas riquezas que se tengan y vanaglorias recibidas, nadie se lleva algo de esto a la tumba.

Entonces, nos enseña el predicador que vale más la sabiduría que la insensatez, porque el sabio tiene claridad en sus ojos, mientras que el necio anda a oscuras (vv. 13-14). Recordemos que el principio de la sabiduría es el temor del Señor (Pr. ); temor a Dios, no de miedo sino reverente, de respeto por ser quien es.


Como conclusión, “En realidad Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien es de su agrado” (v. 26); como hijos suyos, ya somos especiales y por consiguiente de su agrado. El creyente debe buscar siempre agradarle (Gál. 1:10); de esta manera, gozar de todo lo obtenido, sabiendo que viene de Dios (v. 25) y hay que aprender a disfrutarlo como un regalo más de su parte. Si no poseemos sabiduría, debemos pedírsela al Señor y Él nos la dará dadivosamente (St. 1:5). Pongamos la mirada en las cosas de arriba, sin permitir envanecernos por el conocimiento o la riqueza. Disfrutemos las bendiciones de cada día, para que nuestra vida cumpla el propósito de Dios y no se convierta ésta, en un absurdo más.

No dejes que lo absurdo de lo absurdo te envuelva; permite que Jesús, sea tu Dios, Señor y Salvador para que empieces a gozar plenamente la vida que tiene dispuesta para ti. Si es tu deseo, podemos orar así:


Señor Jesucristo, yo te necesito. Te abro la puerta de mi corazón para que seas mi Señor y Salvador. Quiero ponerle sentido a mi vida y tener un propósito claro con ella. Entra en mí, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo y por llevarme de la mano contigo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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