lunes, 27 de junio de 2011

Agradándole a Dios

Para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder.
Colosenses 1: 10-11.


Lectura diaria: Colosenses 1:3-14. Versículos para destacar: Colosenses 1:10-11.


ENSEÑANZA


El cristiano tiene que partir del hecho de que si ha sido rescatado por Cristo, debe vivir de acuerdo a sus normas. No está aquí para agradar a los demás ni para dejarse convencer ni llevar por las actuaciones del mundo; está para que el mundo vea una diferencia en él, a través del Señor Jesús. Por eso es indispensable cuidar el testimonio personal, de manera que seamos sal (Mt. 5:13); luz (Mt. 5:14); y levadura (Mt. 13:33) donde quiera que nos encontremos.

A Dios se le agrada no solamente a través de virtudes grandes tales como la honradez, la responsabilidad, el dominio propio, etc., sino también en virtudes que podríamos llamar pequeñas, pero que valen mucho y nos traerán grandes beneficios como la tolerancia, la prudencia, la consideración y los detalles. Esto es lo que implica dar fruto: saber que en cualquier campo en que nos movamos, en cualquier sitio, en cualquier momento, ante cualquier persona, debemos comportarnos cabalmente. Resumiendo un poco: no borrando con los píes, lo que hagamos con las manos. Me explico a través de un ejemplo: una persona en un cargo de autoridad, no solo debe mostrar sus dotes como honorable, responsable, justa y equitativa en su trabajo sino que además de eso, debe ser consciente que al salir de allí, su actuación de consideración, respeto y tolerancia también la necesita quien quiera que se cruce en su camino.

El cristiano es sal, porque la sal le pone sabor a la vida; da gozo, alegría, bienestar; además de eso la sal sirve para que se conserven los alimentos. Él es la sal de la tierra. Es luz, porque tiene que brillar en medio de la oscuridad y difundir esa luz. Es la levadura que permite que toda una sociedad se pueda fermentar, se contagie de Cristo. Ser sal, luz y levadura es el compromiso de todo cristiano al ser radical sin acomodarse a lo que dice el mundo. Esta es la manera digna de vivir ante el Señor.


¿Deseas aprender este modo de vida? Jesús te puede enseñar cómo realizarlo y yo te puedo guiar con una pequeña oración así:


Señor Jesucristo: yo te necesito y te abro mi corazón para que vengas a mí y me cambies. Toma el control del eje de mi vida y hazme como lo deseas; perdona mis pecados y permite que aprenda a vivir para agradarte a ti. Gracias Señor por hacerlo, por perdonarme y limpiarme y darme todo el poder de tu Santo Espíritu. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: