sábado, 18 de junio de 2011

El mejor regalo

Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.

Efesios 2:8-9.


Lectura diaria: Efesios 2:1-10. Versículo para destacar: Efesios 2:8-9.


ENSEÑANZA


El mejor regalo que podemos recibir es la salvación. Es el regalo por excelencia, el que no se va a deteriorar ni mucho menos a acabar. ¡Cómo nos gusta recibir regalos! Nos ponemos felices y volvemos a ser niños destapándolos con ansiedad y buscando el mejor momento para exhibirlos. Cuando es un regalo costoso, con mayor razón: lo cuidamos, limpiamos y guardamos cual tesoro escondido.

Quizá tu que estás leyendo este devocional ya eres cristiano y tienes en tus manos el pasaje a la vida eterna en Cristo, pero simplemente piensas que así fue y nada más. Pues no; déjame decirte que la salvación es el don más precioso que pueda tener la humanidad. La gracia que nos fue otorgada sin haber hecho absolutamente nada para merecerla, no fue así porque sí. Cristo Jesús tuvo que pagar ese lindo regalo con su vida misma, con su sangre preciosa derramada en la cruz; pero a Él no le importó, lo hizo con todo su amor. Él es el novio enamorado que atrae con perfumes y detalles a su amada, no importa el desprecio con que ella lo perciba. Precisamente eso fue lo que vino a pagar, un cúmulo de errores y transgresiones que pesan mucho sobre su espalda y que Él deseoso quiso aliviar.

Si ya obtuviste este regalo, cuídalo, guárdalo y atesóralo dentro de lo más profundo en tu corazón. Límpialo, púlelo, bríllalo para que cuando venga el Amado, lo puedas exhibir con orgullo. Si aún no lo tienes, déjame decirte que Dios no es exclusivista. Si estás en este blog o te llegó el mensaje por un correo, es porque el Señor te está cautivando y quiere ofrecértelo. El regalo de la salvación solamente viene a través de Jesucristo. “De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” (Hch. 4:12); de ti depende si lo quieres aceptar, destapar y valorar. Si es así, te invito a orar de la siguiente manera:


Amado Jesús: Gracias por hacerme entender el precio que pagaste por mí. Hoy decido aceptarte como Señor y Salvador personal. Toma el control del trono de mi vida, perdona mis pecados, hazme la persona que deseas que yo sea, y dame el gozo de la salvación con todo el poder de tu Santo Espíritu. Gracias por este regalo maravilloso que me ofreces. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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