sábado, 25 de junio de 2011

A pesar de no ser perfectos

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.
Filipenses 3:12.


Lectura diaria: Filipenses 3:12-21. Versículo para destacar: Filipenses 3:12.


ENSEÑANZA


Con más frecuencia de la que imaginamos, nos encontramos con personas que están al tanto de cualquier imperfección o desliz que tengamos para caernos encima. Tenemos que recordar que somos de barro y nuestro Alfarero, poco a poco nos va moldeando de acuerdo a su propósito. Aunque no somos perfectos, debemos buscar ser íntegros cada día esperando alcanzar la meta. Dice el apóstol Pablo que “olvidando lo que queda atrás”; esto es muy importante porque por más que hayamos caído o naufragado, tenemos que levantarnos, sacudirnos y seguir adelante. Lo que pasó, pasó y debemos desecharlo para que no nos atormente; si el Señor nos perdonó, es Satán el acusador, precisamente con el fin de no dejarnos llevar una vida fructífera. Hay que esforzarnos, teniendo siempre la mirada en lo que nos espera: la patria celestial, “de donde anhelamos recibir al Salvador” (v. 20), y donde también seremos transformados de este cuerpo corruptible, que aún mueve la naturaleza pecaminosa, a un cuerpo glorioso como el del Señor Jesucristo (v. 21).

Aprendamos entonces, a no estar mirando solo los defectos en los demás, sino más bien a tener misericordia y pensar que eso que criticamos se nos puede devolver a nosotros fácilmente, porque a pesar de no ser perfectos, hay alguien que sí cree en la obra de sus manos: Jesús de Nazaret.


Precisamente el Señor está esperando por ti, para empezar a tallarte como buen artesano. ¿Quieres dejarte moldear en sus manos? Si es así, te sugiero que ores conmigo de la siguiente manera:


Amado Jesús: Reconozco que soy pecador y te pido perdón por eso; vengo a ti, para entregarte mi vida y el trono de ella que hasta ahora yo manejo. Tómala Señor y haz el molde que deseas de mí. Llévame de tu mano siempre para que no me desvíe del camino. Gracias Jesús por venir a morar conmigo; por perdonarme y limpiarme; por darme la salvación y hacerme ciudadano de la patria celestial. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: