jueves, 16 de junio de 2011

Ayuda mutua canalizando el bien

No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos
Gálatas 6:9

Lectura diaria: Gálatas 6:1-10. Versículo para destacar: Gálatas 6:9


ENSEÑANZA


El pasaje del día nos enseña dos puntos importantes: el ayudarnos mutuamente y de este se desprende precisamente el segundo: no cansarnos de hacer el bien. En la ayuda mutua juega un papel importante tanto el dar como el recibir. No solo hay bendición para el que tiende su mano, quien la recibe le está permitiendo al dador también que se canalice esa bendición en su vida. Muchas veces se cree que no se necesita de nadie y que por sí solos podemos bastarnos y esa no es la realidad. Por más autosuficiencia que haya, llegará el momento en que tengamos que reconocer que requerimos de otros. Mi propia experiencia me dejó esa lección: Después de atravesar una cirugía difícil donde primero que todo me di cuenta que no era nada y que mi vida pendía solamente de un hilo en la mano de Dios, era difícil rehusar el ofrecimiento de otros tendiendo su mano en pro de mi asistencia. Le doy gracias a Dios por cada persona que de una u otra manera estuvo a mi lado para hacer más llevadero ese proceso. Aunque se dice que hay más dicha en dar que en recibir, aprendí también a recibir con gozo. Definitivamente, cada palabra de la Escritura, tiene su razón de ser, y por eso también Dios nos manda a hacer el bien siempre que esté en nuestras manos realizarlo y debe ser algo que nazca espontáneamente del corazón. No solamente debemos hacer el bien para ayudar a otros sino también para recibir la recompensa por parte de Dios, porque cada dar de nosotros es una semilla que se va sembrando y esta dará su fruto en el momento oportuno. Frutos que tal vez recogerán nuestros hijos o familiares.

Cuestionémonos: ¿Estoy privando a alguien de recibir bendición por no aceptar su ayuda? O ¿Tengo la disposición de ayudar a otros cada vez que ellos lo requieran? Las respuestas se quedarán íntimamente entre Dios y cada persona.


Si te cuesta trabajo tanto dar como recibir, te invito a conocer a Jesús de Nazaret; Él no solamente vino a entregarlo todo, sino también a recibir, y lo que recibió no fue para nada agradable y lo supo hacer con humildad y amor. Si es tu deseo podemos orar así:


Señor Jesucristo: yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu para aprender a dar y recibir con gozo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: