martes, 10 de mayo de 2011

No ser tropiezo para nadie

Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.
Romanos 14:13.


Lectura diaria: Romanos 14:1-23. Versículo para memorizar: Romanos 14:13.


ENSEÑANZA


Este capítulo empieza diciéndonos algo a lo cual debemos poner mucha atención: “Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones” (v.1); y comienza a nombrarnos sobre la comida, respecto al que come esto o aquello enseñándonos que no debemos condenar al que come de todo, ni tampoco al que solo come ciertas cosas. Quizá en el aspecto de la comida no se note mucho pero de aquí debemos tomar como base que nunca tenemos que criticar en ningún campo sea sobre vestuario, cabello o adornos utilizados por las personas. Dios no se fija en esas cosas, se fija en el corazón de cada uno. Una mujer puede presentarse con cabello largo, falda larga y cara limpia por fuera, pero ¿cómo está interiormente? ¿Hay resentimiento, celos, contiendas, iras, enojos? Si es así, de nada le sirve su demostración.

Esto en cuanto a hábitos se refiere y en relaciones entre cristianos; personalmente considero que existen otros campos donde lo mejor es guardar prudencia y respeto por las ideas de los demás, así no sean creyentes, especialmente cuando se trata de religión, política y deporte. “Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación” (v. 19). También tenemos que aprender a escuchar y no ser obstinados al punto de salirnos de lo normal y agredir a nuestro interlocutor sin ser razonables ni objetivos. “Busca la paz y síguela” (Sal. 34:14b, vrv). Si la discusión por “A” o por “B” nos va a robar la paz, ¿para qué seguirles la corriente a los demás, que quizá les agrada vernos enojados? Dicen que para pelear se necesitan dos y la Biblia nos confirma que “La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego” (Pr. 15:1). En conclusión tratemos de vivir en paz con todos no juzgando ni viendo la paja en el ojo ajeno, teniendo las propias convicciones “como algo entre Dios y tú” (v. 22).


Si antes no has tenido la oportunidad de escuchar de Cristo Jesús o aún no te has decidido por Él, te invito a entregarle tu vida y permitirle que te haga una nueva persona. Seguro que Él no te defraudará. Podemos orar así:


Señor Jesucristo, hoy deseo entregarte mi vida y te pido que seas mi Señor y Salvador personal. Perdona mis pecados y toma el control del trono el cual ahora yo presido, para que a través tuyo pueda entender todo lo que hiciste por mí. Te pido que perdones mis pecados y me enseñes a vivir como tú quieres que lo haga. Gracias Jesús por hacerlo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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