domingo, 15 de mayo de 2011

En honor al maestro

Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos y otro construye sobre ellos.
1 Corintios 3:10.


Lectura diaria: 1 Corintios 3:1-23. Versículo para destacar: 1 Corintios 3:10


ENSEÑANZA


Hoy se celebra en mi país, Colombia, el día del educador; del que enseña, del que instruye. Habiendo nacido y crecido en medio de mujeres trabajadoras y abnegadas en su labor de maestras, sé por ellas que esa tarea o es nada fácil. Gracias a Dios, tanto mi madre como mis tías pudieron en vida ver resultados que las llenaron de satisfacción: hombres y mujeres útiles a la sociedad desempeñándose en diversos cargos públicos y privados pero con bases sólidas sobre la moral y ética profesional.

¡Qué bonito es saber que se es partícipe de alguna piedrecita en la construcción de vidas! Niños y niñas que empiezan a crecer y enfrentarse a un mundo hostil por lo general, les va muy bien tener en su maestro o profesor un apoyo que les ayude a encontrar el camino para su realización. La tarea del educador no es fácil y menos en estos tiempos. Hay una responsabilidad en cada uno de estos instructores para dirigirlos altamente en valores religiosos, morales, civiles, y éticos de tal manera que se logren encauzar por senderos correctos sin desviarse nunca del camino. Ellos tienen que darle cuenta a Dios de la labor encomendada y la Biblia dice que no se puede ser piedra de tropiezo de ninguna manera: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mt. 18:6, VRV) Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe” (Mt.18:5, VRV). Así que el trabajo del educador no es cualquier cosa y como en algún otro, tiene que darle cuentas a Dios.

Un cuestionamiento y a la vez reflexión para todo el que imparte instrucción: ¿Lo están realizando como para Dios o para vanagloria de los hombres? “El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son absurdos. Por lo tanto, que nadie base su orgullo en el hombre” (vv. 20.21).


Señor, derrama tus bendiciones sobre toda persona que realiza su trabajo dedicado a la enseñanza. Dales sabiduría y discernimiento en la obra encomendada.


Hoy quiero empezar a edificar tu vida sobre el fundamento más grande que es Jesucristo (v. 11), ¿quieres dejarte construir por Él? Entonces, te invito a orar así:

Señor Jesucristo: yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida, perdona mis pecados y permite que mis cimientos queden establecidos sobre roca, donde ni los vientos ni las tempestades logren moverlos. Gracias Señor, porque sé que tú lo haces. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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