domingo, 22 de mayo de 2011

¡Examíname oh Dios!

Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.
Salmo 139:24.


Lectura diaria: Salmo 139:1-24. Versículo para destacar: Salmo 139:24.


ENSEÑANZA


A veces se nos olvida que debemos estar en la presencia del Señor y nos volvemos rutinarios. Creemos que por orar y hacer el devocional no estamos exentos de caer: “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Co. 10:12). El Salmo del día, nos dice que el Señor conoce todo lo nuestro, aún lo que vamos a pronunciar, no lo hemos dicho y Él ya lo sabe (v. 4). ¿Cómo no nos va a conocer quien nos formó en el vientre de nuestra madre? (vv. 15-16). O será que pensamos que si nos vamos hacia lo más recóndito, ¿allí no estarán sus ojos encima vigilándonos? De ninguna manera: “¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?” (v. 7). Por cualquier sendero que escojamos, el Señor estará ahí presente, precisamente para tendernos su mano y sostenernos (v. 10). Por eso, por más que seamos tentados y pequemos, nuestro amado Jesús, estará presente para darnos también la salida y no permitir que lo seamos, más allá de lo que podamos resistir porque su fidelidad no cambia (1 Co. 10:13).

El cristiano tiene dos fuerzas que lo jalan, la de la naturaleza pecaminosa que poco a poco se va eliminando, y la del nuevo ser que empieza a vivir como Dios lo manda. Si decimos que no pecamos, nos volvemos mentirosos, porque todos pecamos, lo importante es darnos cuenta del error, confesar y seguir adelante. Aquí el salmista nos invita a constantemente pedirle al Señor que nos examine y si vamos mal, nos vuelva a enderezar por el camino correcto. Aprendamos a poner en práctica esta corta oración porque es como el antídoto al letargo en que podemos caer los creyentes: Examíname Señor, y si voy por mal camino, guíame por el camino eterno.


Te invito a conocer a Jesús, como el único camino para llegar a Dios Padre y empezar a vivir de acuerdo a sus mandatos. Lo puedes hacer con una oración así:


Señor Jesucristo, yo te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te pido que vengas a mí para enseñarme el camino correcto. Te acepto como mi Señor y Salvador; perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por hacerlo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: