jueves, 12 de mayo de 2011

El dulce hogar

En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástago de olivo.
Salmo 128:3.


Lectura diaria: Salmo 128:1-6. Versículo principal: Salmo 128:3.


ENSEÑANZA


¿Quién no sueña con un hogar cálido, donde haya paz, amor, comprensión y tolerancia? Creo que todos lo deseamos de ese modo. Dicen que el matrimonio es una lotería, pero si vamos a la Biblia, la Palabra de Dios, el Manual que Él nos dejó para saber cómo vivir, no es tan imposible como parece. Es más bien, someternos y obedecer: “Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos” (v. 1). Conocí un hogar que no era ni de la ciudad ni era cristiano; bueno, analizando bien las cosas yo creo que sí lo era. El catolicismo es una rama del cristianismo y ellos eran católicos practicantes pero de un modo que impactaba. Los padres labraban la tierra y sacaban sus productos al mercado semanalmente: “Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad” (v. 3). Después de esto, era hermoso verlos transitando juntos de la mano, para realizar alguna diligencia en la ciudad. Su casa no tenía lujos pero aparte de la extrema limpieza se sentía un halo de paz y tranquilidad allí, que invitaba a descansar plenamente. Eran felices cuando los visitábamos y ellos ya adultos siempre tenían una sonrisa que ofrecer y con orgullo, y una humildad impresionante, demostraban el amor que se profesaban ante los demás, con palabras tiernas y un respeto absoluto. Sus hijos, unos grandes, otros pequeños, retozaban de un lado para otro y no solamente cumplían con sus deberes estudiantiles sino también colaboraban en las tareas caseras. Sinceramente, un hogar así, vale la pena. Este es el hogar de mis compadres de Yopal a los cuales recuerdo con cariño y tengo presente siempre en mis oraciones. Aprendí muchas cosas a través de ellos. Cada vez que leo este capítulo de los Salmos, son los que vienen a mi mente.

Este Salmo nos muestra las promesas que tenemos cuando hacemos las cosas al modo de Dios y mi deseo es que tu hogar sea florecido y adornado con las bendiciones que Él tiene para ti. “Que el Señor te bendiga desde Sión… Que vivas para ver a los hijos de tus hijos” (vv. 5-6).


Te invito a que le entregues tu vida a Jesús para que por medio del Espíritu Santo puedas entender lo consignado en su Palabra y empieces un cambio en tu vida. Podemos orar así:


Amado Jesús, sé que soy pecador y te pido perdón por ello. Toma mi vida y hazme la persona que deseas de mí. Te acepto como mi Señor y Salvador personal, enséñame tu Palabra y permíteme vivir de acuerdo a tu santa voluntad. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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