sábado, 14 de mayo de 2011

La sorpresa inigualable

Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.
1 Corintios 2:9.


Lectura diaria: 1 Corintios 2:6-16. Versículo principal: 1 Corintios 2:9.


ENSEÑANZA


¡Cómo será de esplendorosa la vida eterna que nos espera! No alcanzamos a imaginarnos. El apóstol Pablo hablando de la sabiduría de Dios; “una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad” (v. 7), retoma lo escrito por Isaías para precisamente recalcarnos y recordarnos lo que Dios hace por sus hijos. Más adelante en ese mismo capítulo de Isaías nos dice: “Sales al encuentro de los que alegres, practican la justicia y recuerdan tus caminos” (Is. 64:5a). No solamente tendremos la más agradable vida sino que el mismo Señor saldrá a nuestro encuentro cuando lleguemos a su lado. Con razón Pablo añoraba la muerte porque con absoluta certeza sabía hacia dónde se dirigía: “el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:21).

Para lograr entender este misterio, primero tenemos que aprender a vivir en Cristo Jesús, hay que vivir primero aquí en comunión con Él; cumplir sus mandatos y empezar a experimentar desde aquí la vida abundante que nos prometió (Jn.10:10). No se puede creer que todo se alcanza en el mundo, satisfaciendo los deseos de la carne. Esto no deja más que inestabilidad y amargura. Lo del mundo no llena nunca, siempre se va a querer más y más porque precisamente viene del mundo. Lo espiritual será lo que en verdad nos llene y la experiencia de una vida con Cristo es lo mejor. ¡Gracias a Dios por los que mueren con el Señor en sus vidas! Muchos habrán pasado penalidades y sufrimientos aquí en la tierra, pero lo que les espera es incomparable: ningún ojo lo ha visto para contarlo, ni oído alguno lo ha escuchado, ni podemos concebirlo en la mente, lo que sí sabemos con seguridad, es que es extraordinario lo preparado, más allá de lo que nuestra mente pueda imaginar. ¡Gloria al Señor por ello!


¿Quieres tener esta certeza de deleite para tu vida futura? Entrégate a Jesús sinceramente, seguro que no te defraudará. Te puedo guiar con la siguiente oración:


Amado Jesús: Yo te necesito. Confieso que soy pecador pero ahora creo que tu bendita sangre me limpia de todo pecado y que mi pasado no existe más porque haces de mí una nueva creación. Ven a mi vida y perdona todos mis pecados; te acepto como mi Señor y suficiente Salvador; llévame de tu mano y enséñame a vivir contigo de la manera que tienes dispuesto para mí. Gracias Jesús por perdonarme y limpiarme y gracias también por la vida eterna que me ofreces aún sin merecerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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