Lectura diaria: Romanos 5:12-21. Versículo para memorizar: Romanos 5:15.
ENSEÑANZA
El pecado entró al mundo por un hombre y por causa de éste, la muerte. También la gracia vino para todos por medio de otro hombre: Jesucristo y por causa de la gracia, la vida y vida eterna. El hombre fue creado para que tuviera una relación perfecta con Dios pero debido a su desobediencia en el Paraíso, Adán pecó; escogió su propio camino y la relación con Dios se interrumpió. Sin embargo, Dios desde ese mismo momento prometió un Redentor y no dudó en mandar a su Hijo al mundo: Jesucristo hecho hombre, para que todo aquel que en Él crea no se pierda sino que tenga vida (Jn. 3:16). Así es. Cristo murió en nuestro lugar (Ro. 5:8), resucitó (1 Co. 15:3-6), y es el único camino que existe para llegar al Padre (Jn. 14:6).
No podemos quedarnos solamente con conocer estar verdades; hay algo más que tenemos que hacer con una actitud sincera y decidida: aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador de la vida. Hay que abrirle el corazón a Él y recibirle (Jn. 1:12) mediante una invitación personal (Ap. 3:30). Lo recibimos por fe, tal como dice Efesios 2:8-9; por gracia, por el don otorgado por Dios, por el regalo que nos da sin merecerlo. Ahí está el detalle: es tan simple, como lo es solamente hacer una oración sincera a Jesucristo y sin embargo, tan difícil de entenderlo el hombre, que pospone cada vez más su entrega.
El Señor está a la puerta de tu vida llamando, es tu decisión dejarlo entrar o cerrarle la puerta. Si lo dejas entrar, tendrás vida para siempre; si lo rechazas, estás diciéndole que poco te importa lo que hizo por ti en el Calvario y lo que te espera es el justo juicio de Dios. No te puedes guiar solamente por una experiencia emocional, tienes que ser consciente en que te vuelves a Dios arrepentido y confiado en que Cristo viene a tu vida, te perdona todos tus pecados y hace de ti la persona que Él quiere que seas. Para recibirle puedes hablar con Dios en este momento a través de una corta oración, te puedo sugerir la siguiente:
Señor Jesucristo: Te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados; toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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