lunes, 2 de mayo de 2011

No hay que hacerle cama al pecado

Nosotros que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?
Romanos 6:2b.


Lectura diaria: Romanos 6:1-23. Versículo para memorizar: Romanos 6:2b.


ENSEÑANZA


El apóstol Pablo nos deja una enseñanza muy clara sobre el continuar con el pecado. Si bien es cierto que estamos bajo la gracia, no quiere decir que Dios desea cada día perfeccionarnos hasta alcanzar la meta y en nosotros está el vivir como espirituales o como carnales. No podemos seguir siendo esclavos del pecado, “si hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él” (v. 8). Por consiguiente, si estamos vivos para Dios en Cristo Jesús, no podemos permitir que el pecado reine en nuestro cuerpo ni obedecer a los malos deseos (vv.11-12). Puesto que nos encontramos cubiertos con la gracia, entonces, debemos presentarnos más bien como instrumentos de justicia, sin pecar deliberadamente ya que ahora somos esclavos pero de la justicia que lleva a la santidad. Si antes cosechábamos frutos que avergonzaban y conducían a la muerte, ahora cosechamos los frutos que nos conducen a la vida eterna (vv. 15-22).

Termina el apóstol resumiendo la vida de la gracia y la muerte del pecado en el siguiente versículo: “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (v. 23). Vivamos pues, como personas regeneradas, como nueva creación que somos, pidiéndole al Espíritu Santo que nos llene de todo su poder para tener el fruto del dominio propio sin dejarnos llevar por la naturaleza pecaminosa.


¿Ya estás cansado(a) de la vida desordenada que llevas? Dios te ofrece la dádiva de la vida eterna a través de Jesucristo y puedes obtenerla con una sencilla oración de fe. Si es tu deseo podemos orar así:


Señor Jesucristo: Confieso que soy pecador y he pecado de muchas maneras, pero hoy entiendo que tu bendita sangre me limpia de todos mis pecados. Decido aceptarte como mi Señor y Salvador, toma el control del trono de mi vida y condúceme por la senda de la gracia. De ahora en adelante sé que mi pasado no existe más porque tú haces de mí, una nueva creatura. Gracias Señor por hacerlo. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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